Orígenes cosmopolitas y formación intelectual
Nació al abrigo de una familia burguesa y acomodada. El padre, Enrique Mulder, fue un holandés de origen español que trabajó como médico, del que heredó un marquesado en los Países Bajos que nunca llegaría a usar. La madre, Zoraida Perluisi, era puertorriqueña de origen italiano y catalán. Pasaron una parte de su infancia en Puerto Rico.
Su educación tuvo lugar a través de preceptores particulares, aunque fue también autodidacta, y estuvo enfocada en la pintura, la música –estudió piano con Enrique Granados –, los viajes y la literatura. Además de sus dos lenguas maternas, el español y el inglés, dominó otros idiomas como el francés, alemán, italiano y ruso, lo que le permitió dedicarse a la literatura y a la traducción.
Su pasión por los viajes la llevó a visitar países como Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, Suiza, Holanda o Bélgica. Durante su juventud personificó la figura de la Mujer Nueva, moderna y cosmopolita, de principios del siglo XX.
En 1921 se casó con Ezequiel Dauner, 30 años mayor que ella, quien murió en 1930 - fue entonces cuando dejó de firmar como Elisabeth Mulder y conservó solo su apellido. Él fue el padre de su único hijo, Enrique, en 1923.
También tuvo una relación sentimental con la periodista y atleta Ana María Martínez Sagi. Mulder podría haber plasmado sus sentimientos en el poema "Almas gemelas" de Sinfonía en rojo y Sagi también le dedicó algunos de sus poemas. Sin embargo, la relación entre ambas no estuvo exenta de dificultades, alentadas por la madre de Ana María, y terminaría en 1933.
Trayectoria poética y vínculos con la Generación del 27
Su debut en la literatura fue precoz, ya que con quince años logró el primer premio en unos Jocs Florals con el poema "Circe". También publicó sus primeros poemas en la revista Sabor y Aroma, con el seudónimo de Esfinge.
Aunque se la conoció más por sus novelas y cuentos, su producción poética fue fructífera, llegando a publicar cinco libros de poesía entre los años 20 y 30 del siglo XX. El primero de ellos, Embrujamiento, apareció en 1927, año clave de la poesía española. Se trata de una obra larga y descriptiva, alejada de la estética purista de la época.
En su segundo y tercer libro de poesía, La canción cristalina (1928) y Sinfonía en rojo (1929), respectivamente, predomina un yo poético introspectivo, centrado en lo creativo. Este último es un libro intimista, con una musicalidad de ecos modernistas.
Publicó también La hora emocionada (1931) y Paisajes y meditaciones (1933). Aquí se produce un cambio de estilo, tanto en el imaginario lírico como en el lenguaje. En 1949 vuelve a la poesía con Poemas mediterráneos, un libro de corte juanramoniano, más cercano a la poesía pura.
Sus influencias más notables proceden del poeta modernista Rubén Darío, pero también de Bécquer y Rosalía de Castro, con un lenguaje que hace su propia aproximación a la expresión religiosa. Se palpa el interés de la poeta por el misterio, las brujas, la magia, la mitología o el sentimiento de irrealidad.
Baudelaire y otros poetas melancólicos, como Verlaine, están muy presentes en su obra. Aunque en los textos de tintes más oscuros se aprecia una lectura apasionada de Edgar Allan Poe.
Conoció bien a muchos autores de la Generación del 27, aunque llegó a tener una amistad más profunda con Josefina de la Torre, Ernestina de Champourcín, Jorge Guillén, Salinas, Ana María Martínez Sagi, Gerardo Diego y Aleixandre.
Reconocimiento, legado y recuperación contemporánea
Durante los años 30 se centró en la novela y pudo profesionalizar su escritura. Una sombra entre los dos (1934), novela de tesis, y La historia de Java (1935), más poemática, fueron sus dos primeras obras en prosa. Además, desde que publicó la primera, inició una correspondencia con Carmen Conde. Con Preludio a la muerte (1941) empieza una época de gran producción narrativa, aunque esta obra le trajo algún encuentro con la censura.
Destacan igualmente otras obras como Alba Grey (1947), Luna de las máscaras, El retablo de Salomé Amat, novela póstuma, o la colección de relatos Al otro lado de la calle, escritos durante su madurez.
También se aproximó a géneros como la dramaturgia, ya que adaptó algunas de sus obras al teatro, como Crepúsculo de una ninfa (1942) y escribió, junto a la periodista María Luz Morales, Romance de media noche, que se estrenó en Bilbao en 1936. Combinó su intensa actividad literaria con la traducción de poetas y autores como Baudelaire, Shelly, Keats, Pushkin, T.S. Lawrence o Pearl S. Buck.
A pesar de haber sido una autora prolífica y cultivada, que gozó de éxito literario durante su época, quedó fuera del canon literario, al igual que ocurrió con tantas otras autoras entonces. Ha sido en los últimos años cuando se ha rescatado su nombre como poeta y novelista y se han reeditado algunas de sus obras, como Una sombra entre los dos (Renacimiento, 2018), La historia de Java (Cuadernos del Vigía, 2019), Alba Grey (Amarillo Editora, 2023) o Sinfonía en rojo (Tigres de papel, 2022)
(Servicio de Información Bibliográfica)