Muere Nicanor Parra a los 103 años
El poeta, matemático y físico chileno Nicanor Parra, Premio Cervantes 2011, ha muerto a la edad de 103 años en la localidad de Las Cruces, en la región de Valparaiso (Chile).
Considerado el creador de la antipoesía, género que emplea elementos del lenguaje común y los modifica al extremo del absurdo, para así atraer la atención del lector, era para muchos críticos y autores, tales como Harold Bloom, Niall Binns o Roberto Bolaño, el mejor o uno de los mejores poetas de Occidente.
La BNE dedicó al escritor una exposición en 2013, en la que se propuso un recorrido panorámico por su obra, mostrando sus escritos más emblemáticos. También se incluían otros importantes trabajos del artista y se rescataron piezas fundamentales que identificaban las distintas etapas de su vida profesional. Entre otros elementos, hubo una selección de los Quebrantahuesos, las Tablitas de Isla Negra, las Bandejitas de la Reina, trabajos prácticos, primeras ediciones de sus libros, varias obras inéditas y diversos artefactos.
Hoy en día, en la sede de la Biblioteca Nacional de España, se puede observar su autorretrato, que cuelga en las paredes de la institución desde que el poeta ganó el Premio Cervantes en 2011.
El primer trabajo de Nicolás Parra, Cancionero sin nombre (1937), estuvo fuertemente influenciado por Romancero gitano (1928) de García Lorca. A partir de 1938,y especialmente durante su viaje a Estados Unidos en 1943, conoció la obra de Walt Whitman, quien pese a tener una escritura seria, grandilocuente y narcisista, alejada a sus pretensiones, fue un referente para Parra durante aquella época, tanto por su tono relajado como por sus exploraciones con el verso libre. De estas lecturas de Whitman surgieron en Estados Unidos sus veinte Ejercicios retóricos.
Unos años más tarde, durante su estancia en Inglaterra, entre 1949 y 1952, conoció la obra de T. S. Eliot (de quien criticó su tono profético), W. H. Auden, Ezra Pound, William Blake, John Donne, el psicoanálisis de Sigmund Freud, las películas de Charles Chaplin, el particular humor de Franz Kafka y a los surrealistas. A lo anterior debe agregarse su relación de amistad con varios beatniks de la generación beat, y su conocimiento del arte pop propio de artistas como Andy Warhol. Todo esto le fue revelando nuevas técnicas en el manejo del verso, una consciencia acerca de su oficio como poeta y la maduración de una voz más prosaica, distante e irónica.
Para el caso particular de La cueca larga (1958), un reconocimiento a la poesía popular, el autor reconoció su influencia en el Martín Fierro de José Hernández. En el caso de sus Artefactos (1972), una de sus influencias fue una obra temprana de su contemporáneo Roberto Matta, anterior a los años 1950. Parra también reconoce entre sus influencias el dadaísmo de Marcel Duchamp desde sus viajes a Estados Unidos en los años 1960, y considera su obra como neodadaísta y neokitsch.