Carlos Martín Ballester, autor del post, nos remite la siguiente respuesta a su comentario:
«Me remito al preámbulo de mi libro «Manuel Torres» (2018), de la CCMB, con prólogo de José Manuel Caballero Bonald:
Antes de profundizar en el itinere vital y discográfico de Manuel Soto Leyton, quiero detenerme en la siguiente cuestión: ¿Manuel Torres… o Torre? Distintas teorías se han esbozado acerca de la procedencia de su sobrenombre artístico: por su altura, por la Finca Las Torres donde trabajó su padre, o por su relación con Antonia Torres ‘La Gamba’ en sus años mozos. Sea como fuere, hay que destacar que a lo largo de su vida artística siempre se le citó con la «s» final: así aparece en los carteles (primero como Niño de Jerez, Manolito Torres, Niño Torres, y luego como Manuel Torres), en las crónicas periodísticas, e incluso en todas sus sesiones de grabación (¡las cinco!). Son contadísimas las excepciones en sentido contrario. Curiosamente, fue bien entrado el siglo XX, muchos años después de su fallecimiento en 1933, cuando su apodo experimentó esa andalucización. Algo parecido al uso del término «cantaor» a lo largo de la historia: ¿no ha advertido el aficionado que en los años 60 y 70 del pasado siglo los venerables flamencos que vivieron la época dorada del cante aún seguían usando el término «cantador»? Con el objetivo de ser fiel a la nomenclatura de la época que trata esta colección, y al igual que a Chacón lo presenté como Don Antonio Chacón, con ese «Don» tan atípico, Manuel el Grande será Manuel Torres».
Tratadistas como Fernando el de Triana, cantaor que en 1935 publicó una de las biblias de la bibliografía flamenca, ya se refería a él como «Manuel Torres». Otro ejemplo es el del padre de la moderna bibliografía, José Blas Vega.
Buenos días, Pepe:
Carlos Martín Ballester, autor del post, nos remite la siguiente respuesta a su comentario:
«Me remito al preámbulo de mi libro «Manuel Torres» (2018), de la CCMB, con prólogo de José Manuel Caballero Bonald:
Antes de profundizar en el itinere vital y discográfico de Manuel Soto Leyton, quiero detenerme en la siguiente cuestión: ¿Manuel Torres… o Torre? Distintas teorías se han esbozado acerca de la procedencia de su sobrenombre artístico: por su altura, por la Finca Las Torres donde trabajó su padre, o por su relación con Antonia Torres ‘La Gamba’ en sus años mozos. Sea como fuere, hay que destacar que a lo largo de su vida artística siempre se le citó con la «s» final: así aparece en los carteles (primero como Niño de Jerez, Manolito Torres, Niño Torres, y luego como Manuel Torres), en las crónicas periodísticas, e incluso en todas sus sesiones de grabación (¡las cinco!). Son contadísimas las excepciones en sentido contrario. Curiosamente, fue bien entrado el siglo XX, muchos años después de su fallecimiento en 1933, cuando su apodo experimentó esa andalucización. Algo parecido al uso del término «cantaor» a lo largo de la historia: ¿no ha advertido el aficionado que en los años 60 y 70 del pasado siglo los venerables flamencos que vivieron la época dorada del cante aún seguían usando el término «cantador»? Con el objetivo de ser fiel a la nomenclatura de la época que trata esta colección, y al igual que a Chacón lo presenté como Don Antonio Chacón, con ese «Don» tan atípico, Manuel el Grande será Manuel Torres».
Tratadistas como Fernando el de Triana, cantaor que en 1935 publicó una de las biblias de la bibliografía flamenca, ya se refería a él como «Manuel Torres». Otro ejemplo es el del padre de la moderna bibliografía, José Blas Vega.
Un cordial saludo.