En recuerdo del gran músico y recopilador del folclore de tradición oral Miguel Manzano

En recuerdo del gran músico y recopilador del folclore de tradición oral Miguel Manzano
10 de Junio de 2024

El reciente fallecimiento, el pasado 15 de mayo de 2024, en Zamora, de Miguel Manzano Alonso, deja a la música y a la cultura española huérfanas de uno de sus mejores representantes. Y de los que mayor y más generosa huella han dejado. Gracias, en primer lugar, a su fructífera labor de músico con proyección pública, que arrancó cuando acompañaba y aprendía de su padre el arte de tocar las campanas, por la misma época en que ejercía de niño cantor en la catedral de Zamora. Las campanas seguirían siendo, por cierto, una de sus pasiones. No dudó, hasta en su ancianidad, en seguir subiendo a algún que otro campanario para tañerlas, ni en continuar participando, como miembro del jurado, en concursos y festivales de toque de campanas a los que fue invitado desde algunos pueblos de su región castellanoleonesa.

Miguel Manzano

La dedicación a la música de Manzano recibió un espaldarazo decisivo en el lejano año de 1957 en que ganó la plaza de organista (que desempeñaría durante once años) en la misma catedral. El ciclo de sus trabajos musicales se cerraría pocas semanas antes de una muerte que le sorprendió rebasados ya los noventa (había nacido en Villamor de Cadozos, Zamora, el 13 de febrero de 1934), avanzando en la redacción de su copiosa autobiografía (Vida de músico), cuyo capítulo XI es el último que subió a su portal de internet, Cancionario. A vueltas con las músicas, en www.miguelmanzano.com. Un repositorio a cuyo enriquecimiento consagró muchas horas de sus últimos años, y en el que dejó testimonios de muchas de sus ideas, obras y desvelos.

Que fueron abundantes y extraordinarios. Entre una fecha y otra, se formó en centros muy prestigiosos de enseñanza musical de España y Francia, y ejerció de compositor, profesor, director de coros y de conjuntos instrumentales, folclorista, escritor, conferenciante Seducido, siempre, más por lo popular que por lo elitista, pese a la educación rigurosamente clásica que había recibido. Y arrastrado en toda ocasión por su voluntad de trabajar en equipo y de crear recursos y estructuras perennes, que rebasasen su propia aportación personal.

Sus conocidísimos Salmos para un pueblo (1968), que siguen siendo cantados en innumerables iglesias y en muchas lenguas del mundo, fueron un hito precursor de un sinfín de otras composiciones, arreglos y adaptaciones, para coro y para instrumentos diversos, que irían llegando.  A su jubilación en 2002 como catedrático de Etnomusicología del Conservatorio Superior de Salamanca, dejó una notable escuela de discípulos, y de discípulos de discípulos, que perdura. Sus grupos Voces de la tierra (fundado en 1972) y Alollano (fundado en 2002) ofrecieron cientos de conciertos, publicaron grabaciones y tuvieron una proyección social muy relevante, desde su sede en la ciudad de Zamora, durante décadas.

Pero sus obras señeras son los muchos libros y artículos que dieron fe de sus tareas de recuperación, historiografía y análisis de la música tradicional, de Castilla y León y de España; y hasta del norte de Portugal, en alguna ocasión. Son de obligada referencia sus trabajos sobre el renacentista Cancionero musical de Palacio, o sobre las músicas de Juan del Encina y de Manuel de Falla, o sobre la historia y la estructura de la jota, o sobre tantas otras facetas de la música española que emanasen o lindasen con la tradición popular. Igual que lo son sus ediciones de cancioneros inéditos o desatendidos de otros folcloristas, como Dámaso Ledesma, Manuel García Matos y Aníbal Sánchez Fraile. De alcances enciclopédicos son su Mapa hispano de bailes y danzas de tradición oral: Tomo I. Aspectos musicales (2006) y su Cancionero básico de Castilla y León: selección, ordenación y estudio (2011).

Pero sus títulos más originales y relevantes, cuyo aprecio no dejará de crecer a medida que pase el tiempo, son seguramente las compilaciones y ediciones del Cancionero de folklore musical zamorano (1982, reeditado en 2021) y del Cancionero leonés (1988-1991, en 6 volúmenes); así como la dirección de las labores de compilación y edición del Cancionero de Burgos (2001, en 7 volúmenes), fruto este último de una intensa colaboración con el grupo Yesca y con Gonzalo Pérez Trascasa. Obras magnas, insustituibles, de la etnomusicología española, que libraron de la desaparición total una cantidad ingente de canciones, romances, músicas y versos tradicionales, que además se presentaron enriquecidos por las transcripciones y análisis minuciosísimos de Miguel Manzano. Crecieron las dos colecciones, sobre todo la zamorana y la leonesa, en condiciones épicas, con el musicólogo desplazándose y estableciéndose, a menudo en compañía de su esposa y de sus hijos de corta edad, en los pueblos más remotos y (en aquellos entonces) con menos comodidades. Nada era capaz de desanimarle ni de hacerle levantar el campamento hasta que las voces más ancianas o más autorizadas trasvasaban sus saberes, cuando parecía que su destino iba a ser el borrado por el viento del olvido, a la tabla de salvación de su grabadora.

 Su enorme archivo de registros fue donado por él en 2016, en demostración de su generosidad y de su vocación de servicio a todos, a la Biblioteca Nacional de España, que lo atesora como uno de los testimonios más valiosos que existen de la tradición musical y literaria y de la cultura popular de nuestro país.

Archivo personal de Miguel Manzano
Miguel Manzano en el portal de Archivos personales y de Entidades

 

José Manuel Pedrosa Bartolomé

Filólogo, folclorista y profesor titular de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Alcalá de Henares

 

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