Los archivos históricos en el siglo XXI: ¿Hacia una redefinición?
María Del Olmo
Métodos de información, ISSN 2173-1241, Vol. 10, n. 18, 2019, p. 69-87
Los tratados de archivística clásicos suelen coincidir en la delimitación de sus funciones destacando entre ellas las siguientes: reunir, organizar, conservar (tratamiento documental) y difundir-servir documentos. La puesta al día de las funciones archivísticas en relación con la sociedad de la información e informatizada está siendo realizada satisfactoriamente, en general, tras un gran esfuerzo de adaptación. En su condición de centros de cultura democrática cobra un papel especialmente relevante el trabajo en el ámbito de la didáctica.
La atención al sector de la ciudadanía en formación académica, parece esencial si se quiere contribuir a construir una sociedad consciente del papel y de la labor que le corresponde hacer a los archivos en ese sentido. La principal herramienta que tienen para desarrollar este objetivo es la didáctica sobre archivos. La didáctica requiere, casi imprescindiblemente, un trabajo en colaboración con los profesionales de la enseñanza. Otra misión de los archivos es la difusión, que incluye exposiciones, marketing y diversos actos culturales. Las exposiciones ya conforman la realidad más cotidiana independientemente del tamaño de los archivos y de su adscripción administrativa, se han lanzado a ellas con plena conciencia de su interés y de su potencialidad desde hace años. Así, hace décadas que forman parte fundamental de las tareas de difusión en los archivos. Las muestras documentales permiten ofrecer los fondos a un público mucho más amplio que el que los visita con fines de investigación. La aproximación a un archivo histórico con este nivel de participación conlleva el despertar de una sensibilidad especial hacia el trabajo de los archivistas y la función que desempeñan en la sociedad, generando, en muchos casos, el deseo de contribuir con documentos de archivos familiares cuyo destino futuro suele ser incierto. Las donaciones constituyen una vía de recogida de fondos muy importante para los archivos históricos públicos. Se podría añadir en este punto otro detalle a valorar, el estudio del mecenazgo en archivos, cuestión bastante normalizada en el campo de los museos. El marketing más extendido sería el conjunto de herramientas que dan visibilidad y que trasladan a la sociedad información del “valor de uso”: cartas de servicios, páginas webs, redes sociales, publicidad, presencia en prensa, presencia en foros diversos, etc. Los actos culturales abarcan, entre otros, presentaciones de libros, conciertos, recitales de poesía, conferencias, jornadas y congresos, etc. Otra vertiente de los archivos es su condición de centros de investigación. Esta condición puede dar lugar al establecimiento de proyectos de investigación compartidos. Uno de los objetivos de los archivos debe ser acercarse a la sociedad. Se ha hecho un esfuerzo ímprobo por parte de la comunidad internacional de archivos en las últimas décadas, para encontrar un lenguaje homogéneo y común, para establecer, por ejemplo, una normativa internacional. El espacio virtual debe ser cuidado con el mismo esmero que el espacio físico, ya que en muchas ocasiones constituye la carta de presentación, la primera forma que el usuario tiene de acercarse a los archivos. La actual transversalidad de muchos proyectos hace ya indispensable la inclusión de otras disciplinas en las plantillas de personal. Los archivos como servicio público que son no pueden permanecer desconectados de lo que sucede en la realidad a la que pertenecen y ser sordos a lo que ocurre en la sociedad en la que vivimos. Una labor importante que realizar en el conocimiento de la historia de la mujer. También deben estar atentos al activismo social al margen de la política tradicional.
https://www.metodosdeinformacion.es/mei/index.php/mei/article/view/IIMEI10-N18-069087
Resumen elaborado por Antonio Rodríguez Vela