La biblioteca pública y las competencias del siglo XXI
Emir-José Suaiden
El profesional de la información, ISSN 1699-2407, Vol. 27, n. 5, 2018, p. 1136-1144
Desde el advenimiento de la sociedad de la información el papel de la biblioteca pública viene recibiendo críticas por parte de estudiantes, investigadores y profesionales de la información y comunicación. La crítica más dura se refiere a la falta de implementación de un nuevo modelo de biblioteca capaz de hacer frente a las necesidades de información de los ciudadanos del siglo XXI. En los países desarrollados no hay necesidad de concienciar a las autoridades sobre la importancia del papel de la biblioteca pública para la sociedad, pero en los países menos desarrollados la lucha es constante para que los gobiernos las tengan en cuenta.
En América Latina los países que más invierten en bibliotecas son Chile y Colombia. En el siglo pasado, instituciones como Unesco, IFLA, OEA, entre otras, lanzaron diversos manifiestos para intentar sensibilizar a las autoridades de América Latina sobre la importancia de las bibliotecas públicas, donde la formación del público lector dependía de la capacidad del profesional de la información de sensibilizar a las autoridades y la comunidad sobre la importancia del acceso a la lectura. Otro importante desafío era la cuestión de la biblioteca pública para todos, debido a la falta de recursos. La falta de visibilidad de la biblioteca pública constituye el mayor problema para su desarrollo. El objetivo sería proponer un modelo de biblioteca pública basado en competencia informacional capaz de atender a la sociedad contemporánea. Para ello se debe contextualizar a la sociedad de la información, plantear nuevos retos y desarrollar unos procedimientos metodológicos para integrarlo. La revolución tecnológica aporta innumerables beneficios, como la preservación digital de las revistas electrónicas, de las bases de datos, pero también ha colaborado a aumentar las desigualdades sociales ocasionadas por la exclusión digital. Son nuevos desafíos que la biblioteca pública debe afrontar. Si las nuevas tecnologías extienden las posibilidades de comunicación e información entre los ciudadanos, también amplían el impacto de las técnicas y las estrategias de manipulación de las masas. La biblioteca tiene que confiar en que el usuario dependiente de hoy puede transformarse en el investigador del mañana. El nuevo modelo además de poner a disposición de los lectores acervo bibliográfico tiene que transformarse en un centro de captación. Por encima de todo debe colaborar en la formación de lectores críticos, que no dependan del texto escrito, sino que colaboren agregando valor. En el proceso de validación de la verdad el usuario, tendrá condiciones de buscar siempre con autonomía el mejor camino a seguir.
Resumen realizado por José María Amate Sánchez