Métamorphoses des arhives, constance de l’archiviste?
Agnès Dejob y Chloé Moser
La Gazette des archives, ISSN 0016-5522, n. 245, 2017, p. 97-120
Los archivos cambian y los archivistas se adaptan, pero el sentido profundo de la identidad del oficio conserva una estabilidad. Desde el punto de vista sociológico, la identidad profesional se define como “la que permite a los miembros de una profesión reconocerse a ellos mismos como tales y a hacer reconocer su especificidad al exterior”. Esta identidad común también se puede reflejar en una gestualidad común, en el aspecto físico e incluso en una misma “lengua”. El último indicador de una identidad profesional es la acción corporativa. Desde el punto de vista etnológico es sorprendente que muchos archivistas no se definan como tales, sino como técnicos audiovisuales, restauradores, mediadores, etc.
Esto se debe a la especialización, que en una primera división se manifiesta entre archivistas con función patrimonial (recolectar, conservar, comunicar) y una función de gestión de la información (encargado de aconsejar, acompañar los servicios). Una característica de los archivistas es su preocupación por su identidad y su oficio, que se manifiesta en multitud de artículos (como este mismo) desde al menos los años 50. El origen de este cuestionamiento puede ser un reflejo de la clasificación a la que están habituados en su labor cotidiana, una sensibilidad a las cuestiones de identidad, una evolución sociológica de los profesionales, el peso de los retos profesionales, la complejidad del oficio, la sensación de que su tarea es infinita… y una imagen pública mejorable. Esto puede llevar a la pérdida de confianza y mala relación con los usuarios, que se debe combatir con una sensibilización. Con la aparición de los datos digitales el acceso a los documentos ha variado y el archivista debe asumir un papel de consejero. También debe ser consciente de la obsolescencia de los soportes y de la fragilidad de la información digital. Otra metamorfosis de los archivos se percibe en los métodos de trabajo, más colaborativos. Los archivistas deben asumir nuevos roles, como el de proveedores de información, consejeros, consultores y expertos. El objetivo es simplificar las tareas de los usuarios y formarles para que sepan adaptarse a sus necesidades. El archivista debe ser el garante de la buena gestión de la información. Más que metamorfearse, los archivistas tienen la cualidad de la plasticidad, la capacidad de cambiar de forma sin romperse.
Resumen elaborado por Antonio Rodríguez Vela