Pocos son los datos que se conocen sobre su vida, pero gracias a la labor de diversas investigadoras se pueden conocer algunas claves de su biografía. Se sabe que nació en Murcia y que pasó de los 10 a los 28 años en América, donde conoció el vibrante mundo intelectual argentino, que tanto le influiría. Entre los autores que marcarían su propio estilo se encuentra la peculiar Juana María Gorriti, considerada una de las madres de la literatura argentina, y que cultivó los cuentos fantásticos, tan característicos de la rica narrativa de este país.

Además de formarse culturalmente, incluida su inclinación por la música, en América entraría en contacto con el espiritismo, corriente muy en boga en aquella época. Pero peses a que supuestamente tuvo alguna experiencia paranormal siendo niña y a que mantuvo su vinculación con el movimiento espiritista a lo largo de su vida, a diferencia de otras espiritistas solemnes como Amalia Domingo Soler, en sus narraciones se burló de algunos correligionarios y atacó a los estafadores que trataban de aprovecharse de la ingenuidad de sus víctimas.

Obras

Tras una breve estancia en Milán, desde donde se carteó con Unamuno, en 1907 se instaló en Madrid. Según los datos disponibles, vivía en la capital de España con sus hijos y sin su marido, y se ganaba la vida como escritora gracias a numerosas colaboraciones en la prensa, que incluían textos para Blanco y Negro, El Imparcial, El País o la argentina Caras y caretas, pero no para las dedicadas al público femenino. En estos escritos se mostraba crítica con la España tradicional y atacaba figuras como la del donjuán. Masona convencida y militante, tampoco se ahorró comentarios anticlericales dispersos a lo largo de su obra.

Sus publicaciones en formato de libro fueron reseñadas en importantes medios y contaron con el respaldo de editoriales señeras, como las de Gregorio Pueyo y Fernando Fe.

En la primera apareció en 1907 Teresilla, con prólogo del famoso escritor de novela erótica Felipe Trigo. Se trata de una historia de denuncia social que describe la caída en desgracia de una mujer convertida en cupletista por culpa de un mal hombre. En 1909 apareció su segunda novela, Zezé, que narra la iniciación sexual de la protagonista homónima y contiene el considerado como primer idilio lésbico de la literatura española escrito por una mujer. El erotismo de la novela está tratado con más sutileza del habitual entre los autores varones de la época, lo que no impidió que fuera duramente criticada.

Según los estudiosos, lo mejor de su obra está en sus libros de relatos: Los buitres (1908) y Sombras. Cuentos psíquicos (1910). En ellos encontramos su vertiente más creativa y rompedora, con historias que pueden ir de lo fabuloso a lo tecnológico, de lo monstruoso a lo cómico, de la tradición a lo insólito. Su interés por el espíritu se manifiesta así en una doble vertiente: por un lado, el aspecto esotérico, a menudo tratado con distanciamiento pero también inquietante; y por otra parte su indagación psicológica, a través de la cual logra crear personajes complejos y creíbles.

Después de publicar estos cuatro libros en cuatro años, poco más se sabe sobre ella. La prometida segunda parte de Zezé o no se editó o permanece perdida; su versión de la obra teatral de Eugène Brieux La desertora (1915) fue un sonoro fracaso; y tras su regreso a Argentina en 1916 se le pierde la pista. Con la labor de reivindicación de su figura iniciada por Ángela Ena Bordonada y la reedición en 2005 de Zezé, comenzó la recuperación de toda su obra para una nueva generación de lectores que ha descubierto a una autora singular y diferente a lo que la historia oficial de la literatura suele admitir.

(Servicio de Información Bibliográfica)