Con conocimientos de solfeo, violín y guitarra, a los 14 años había creado música para bandas, composiciones religiosas, multitud de canciones e incluso bosquejó una zarzuela que se estrenó en su ciudad natal. Instalado todavía muy joven en Madrid, pese a que estaba innegablemente dotado para la música, tardó en abrirse camino. Los hermanos Álvarez Quintero le dieron su gran oportunidad al ofrecerle que pusiera música al libreto de El motete, que se estrenaría en 1900 con gran éxito, abriendo paso a una carrera que ya no se detendría.

Pese a una perdurable fama de holgazán, a lo largo de su vida compuso cientos de canciones y más de 50 zarzuelas.

Entre ellas cabe citar La reina mora (1903), La alegría del batallón (con libreto de Carlos Arniches), El carro del Sol (1911, en colaboración con Amadeo Vives) o la enormemente popular La canción del olvido (1916). Su obra más querida, la ópera La venta de los cuatro, con texto de los hermanos Álvarez Quintero y basada en un texto de Bécquer, solo se estrenó póstumamente.

Canciones con gran resonancia

Respecto a sus canciones, que alcanzaron una gran resonancia entre el público, destacaron temas como La valenciana o En la reja, y especialmente su Himno à Valencia, escrita para la Exposición Regional de 1909 y que se ha convertido en el himno oficial de la Comunidad Valenciana. Su música, de innegables tonos populares, combina elegancia y novedad, gracias a lo cual disfrutó en su época de un gran reconocimiento generalizado.

Como director y empresario recorrió toda España obteniendo unas importantes ganancias que le permitieron retirarse en El Perelló, donde vivió sus últimos años en una torre cedida por los ayuntamientos de esa misma localidad y de Sueca, dedicado a otra de sus grandes aficiones, la pesca.

(Servicio de Información Bibliográfica)