Etapa en Marruecos
En 1905 se casó con el teniente Julián Hernández Reglado, a quien acompañó a Marruecos en 1911. Allí inició su labor como enfermera y comenzó a escribir en publicaciones como Telegrama del Riff. Reunió algunos de estos artículos en La mujer española en la campaña del Kert (1912) con el seudónimo de Doñeva de Campos, poniendo en valor la labor de las mujeres.
En 1914 su marido fue ascendido a capitán y se trasladaron a Madrid. Allí sufrió varios reveses, como el nacimiento de un hijo de la relación entre su hermana Gregoria y su marido y la muerte de su propio hijo recién nacido. Estas circunstancias la llevaron a participar activamente en el incipiente movimiento feminista, siempre desde una perspectiva católica e integradora.
Apoyo a las mujeres
Ya con el pseudónimo de Celsia Regis, fundó la revista La Voz de la Mujer (1917), que sacó adelante prácticamente sola, contando con el único apoyo de los condes de San Rafael. Sin embargo, será una de las revistas femeninas más longevas (se publicó hasta 1931), no solo con contenido dirigido a mujeres, como otras que ya existían, sino activamente feminista, y para con la que contó con las firmas de Concha Espina, Clara Campoamor, Carme Karr y otras destacadas autoras.
En 1918 creó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, primera asociación feminista de Madrid, desde donde abogaba por la igualdad política, jurídica y económica. También participó en la creación de la Federación Internacional Femenina en 1919, y ese mismo año creó la Escuela de Tipógrafas, la primera escuela femenina de formación profesional de artes gráficas, que además era gratuita. Esta iniciativa despertó el recelo de los sindicatos, quienes veían en las mujeres una competencia desleal debido a sus salarios inferiores, pero tras asegurar Regis que nunca aceptarían cobrar menos que un hombre, se ganó su apoyo.
En 1922 su marido se fue destinado a Ceuta con Gregoria, dejándola en una situación precaria. Mientras se resolvía una demanda para reclamar una pensión, se ganó el sustento colaborando en diferentes cabeceras: El Imparcial, Helios, La Nación, etc. En 1923 inició la serie Galería de mujeres ilustres con una semblanza de Isabel la Católica, quien para ella siempre fue el modelo de mujer decidida y capaz. Reunió algunos de sus perfiles femeninos en La Villa y Corte de España (1927).
En 1924 trató de agrupar a diferentes grupos feministas de distintas tendencias, desde católicas a socialistas, en la Unión de Feministas Españolas, pero fracasó en el intentó. Desde entonces su mayor preocupación fue formar a las mujeres en economía doméstica. En su opinión, el campo más adecuado para ellas era el trabajo rural, algo que fomentó a través de la publicación de la revista Las Subsistencias (1924).
Ese mismo año se nombraron a las primeras mujeres concejalas del ayuntamiento de Madrid, puesto que ella rechazó por falta de tiempo, pero sí que aceptó ser suplente, ocupándose de los grupos más desfavorecidos, como niños y jóvenes. En su labor social, impulsó la creación de una Casa de la Mujer (1927) para proporcionar formación y que contaba con una biblioteca de autoras. Además, procuraba asistencia médica e higiénica, daba asesoría jurídica, ayudaba a buscar trabajo y acogía a mujeres sin recursos.
Su otro gran proyecto fue la creación de una Granja-Escuela femenina (1927). Sin embargo, nunca consiguió los apoyos necesarios para consolidar sus ambiciosas ideas y poco a poco se fue apartando del debate público. Con la llegada de la República, cuando se plasmarían muchas de sus propuestas, desapareció por completo, hasta el punto de que en el último número de La Voz de la mujer se publicaron artículos sin terminar. Nunca se volvió a saber de ella, desconociéndose incluso el año de su muerte.
(Servicio de Información Bibliográfica)