Fue una de las grandes intelectuales de principios de siglo XX en España. Se dedicó al arte y escribió sobre él como crítica; hizo incursiones en la literatura, tradujo, participó en ateneos y conferencias y tuvo una dilatada e intensa actividad en la política, desde la escritura, en prensa y como autora de libros, las iniciativas que puso en marcha y como diputada durante los años de la Segunda República. Su gran tema de interés y estudio fueron las mujeres y su papel en la sociedad, lo que la convirtió en una de las pioneras del feminismo en España.
Formación artística y actividad literaria
Recibió una formación de muy alto nivel, casi al completo por libre, y terminó el bachillerato con tutores particulares. Dominó el alemán y el francés, y estudió una temporada en París. Cultivó artes como la música y la pintura, en especial esta última, que la llevó a completar su formación artística en el taller en Madrid de Eduardo Chinarro, en compañía de futuros artistas como el mexicano Diego Rivera. Expuso sus obras en el Salón de Otoño de París y en el de la Asociación de Artistas Vascos, pero una patología ocular puso fin a su etapa como creadora, pero no como crítica, pues Nelken firmó textos relacionados con el mundo del arte desde 1909, en cabeceras internacionales como Le Mercure de France o el inglés The Studio, y en nacionales como Arte Español. Su primer libro publicado fue una enciclopedia sobre arte titulada Glosario (Obras y Artistas) (1917).
Nelken tuvo una hija llamada Magdalena en 1915 con el escultor Julio Antonio, pero él nunca reconoció la paternidad. Posteriormente mantuvo una relación con el empresario Martín de Paúl y de Martín Barbadillo de la que nacería su hijo Santiago. Su propia vivencia personal como madre soltera convirtió la cuestión de los hijos nacidos fuera del matrimonio y la protección de las madres y la infancia en dos de sus grandes preocupaciones. Por ese motivo impulsó la Casa de los Niños, una guardería para acoger a los niños de las madres trabajadoras. La iniciativa recaudó fondos en una gala benéfica celebrada en 1919, año en el que abrió sus puertas. El éxito de la gala de recaudación abrió la portada del día siguiente en El Fígaro, publicación en la que Nelken era colaboradora, bajo el titular «Un triunfo de Margarita Nelken».
No se opuso a la unión matrimonial ni al papel de las mujeres como madre, que consideró una función primordial para ellas y nunca incompatible con su emancipación, pero de acuerdo con las figuras de la esposa-compañera y madre-educadora. Para Nelken las expectativas intelectuales de los hombres quedaban anuladas por culpa de la falta de preparación y aspiraciones de su compañera matrimonial. Este fue el tema central de su novela más larga, La trampa del arenal (1923). No obstante, fue muy crítica con la situación legal en la que se encontraba la mujer en el matrimonio, y de la misma forma criticó la imposibilidad de poner fin a la unión matrimonial. En el debate sobre el sufragio femenino Nelken estuvo alineada con el ala de la izquierda que consideraba que las mujeres españolas no estaban preparadas, según ella por su falta de conciencia y responsabilidad social, para ejercer el derecho a voto.
De todos estos asuntos y vicisitudes escribió varios libros. Sus textos ofrecen una valiosa información sobre la realidad de las mujeres españolas en la época. Las tres obras más destacadas en cuanto a las mujeres contemporáneas a Nelken fueron La condición social de la mujer (cuya fecha de publicación es confusa, pero se sitúa en torno al año 1920); La mujer ante las Cortes Constituyentes (1931), donde plasmó las propuestas que después defendió en su trayectoria política durante la Segunda República; y En torno a nosotras (1927), obra que sirve como una buena exposición de las condiciones del trabajo femenino de aquella época. Escribió además Las escritoras españolas (1930), libro que la sumergió en una larga investigación para reivindicar la figura de la mujer española como creadora frente a la supuesta inferioridad con respecto a la extranjera.
También fue una habitual de la prensa de la época en publicaciones como El Día, El Fígaro, El Sol, Blanco y Negro o Los Lunes de El Imparcial, con sus escritos de arte y con los que abordaron la discriminación de las mujeres. Nelken fue además autora de novelas como la mencionada La trampa del arenal, la más famosa, y de otras tantas cortas como Mi suicidio (1924), Una historia de adulterio (1924) y La exótica (ca. 1930). Tradujo obras de varios idiomas, escribió una biografía de Goethe (1922) e incluso recopiló textos de Ramón y Cajal, a quien le unía una gran amistad, para publicar una obra sobre el ideario del científico sobre las mujeres.
Trayectoria política y exilio
Su incorporación a la vida parlamentaria centró toda su atención, aunque no le impidió continuar con sus publicaciones. Salió elegida como diputada por Badajoz el 4 de octubre de 1931. Cuestiones como la igualdad jurídica de las mujeres y los derechos de educación y laborales fueron su prioridad, aunque la lucha obrerista acabaría por colmar sus esfuerzos. Fue la primera diputada socialista y la única mujer presente en las tres legislaturas. Con el tiempo su postura se radicalizó, en especial después de exiliarse a la URSS tras la revolución de octubre de 1934. Sobre aquel suceso publicó Por qué hicimos la revolución (1936) un libro donde plasmó el ambiente de aquellos años.
Durante la Guerra Civil fue una de las voces más combativas y activas dentro del gobierno republicano, con numerosas campañas y acciones entre el ejército y la población civil. Escribió reportajes sobre la guerra en Mundo Obrero, Estampa y Ahora. Asistió a la última sesión del Congreso de los Diputados en Castillo de Figueras el 1 de febrero de 1939 y después se exilió a París con la protección diplomática del gobierno de México. Finalmente se trasladó a México en ese mismo año junto a su madre, su hija Magda y su nieta. Sobrevivió a sus dos hijos que fallecieron años después del exilio, Santiago como combatiente en la Segunda Guerra Mundial y Magdalena víctima de cáncer.
Su actividad intelectual no cesó durante los años que vivió en México, intensificó su publicación versada en el arte, en revistas y periódicos de toda Latinoamérica como Excelsior (México), Revista Plástica (Colombia) o Cabalgata (Argentina), y se convirtió en una voz con autoridad en los círculos artísticos mexicanos. De la política en cambio se alejó tras ser expulsada en 1942 del Partido Comunista, lo que le supuso ser desplazada en ciertos círculos. Nunca regresó a España y falleció en México en 1968.
(Servicio de Información Bibliográfica)