Ambas recibieron una educación de calidad y versada en diferentes disciplinas y en el conocimiento de varias lenguas, en especial el francés. Las dos hermanas frecuentaron desde la juventud la vida cultural e intelectual madrileña, con visitas incluso a casas de célebres figuras como Pérez Galdós.
Inicios en el periodismo
La firma de Magda Donato apareció en prensa cuando Nelken aún era muy joven. En 1917 emprendió una relación profesional con El Imparcial, en una sección titulada “Femeninas”. Según sus propias palabras, el periodismo era un trabajo “idóneo” para que las mujeres se adentraran en el mundo laboral. Donato se encargó de las páginas de “vida femenina”, desde sus ideas avanzadas sobre el papel de las mujeres en la sociedad, y fue crítica teatral. El repertorio de cabeceras donde colaboró fue muy extenso, en diarios como España, dirigido por Ortega y Gasset, La Tribuna, El Heraldo de Madrid, o en revistas femeninas como La Voz de la Mujer.
En 1928 comenzó a escribir para el diario Ahora, dirigido por Manuel Chaves Nogales, y para Estampa, ambas de la misma empresa, donde publicó una destacada serie de reportajes bajo el título “Cómo vive la mujer en España”, empresa para la que Donato recorrió el país para retratar la vida de las mujeres de diferentes regiones de la geografía nacional. Esa inmersión en los lugares sobre los que escribió y el contacto con las personas que protagonizaron sus reportajes fueron sus más destacadas virtudes como periodista.
Reportajes vividos
En el año 1932 comenzó en Ahora una serie de estas narraciones en primera persona que ella misma denominó “reportajes vividos”. Donato se infiltró en diferentes ambientes, la mayoría marginales, para poder retratarlos. El primero de ellos tuvo una gran repercusión y sus protagonistas fueron las mujeres recluidas en un centro de salud mental. La periodista logró que le diagnosticaran un trastorno y estuvo internada en un manicomio. Plasmó su experiencia en varias entregas que tituló “Un mes entre las locas”, siempre desde la comprensión y la mirada crítica hacia el trato que la sociedad daba a estas mujeres.
Le siguieron los relatos sobre su estancia en una prisión, donde ingresó tras provocar su encarcelamiento; cambió de identidad para convertirse en secretaria de un adivino indio, movida por la curiosidad de asomarse al mundo del esoterismo; y se hizo pasar por enfermera en una clínica de cirugía estética. Sus reportajes reflejaron la perspicacia con la que escogía los temas que abordar en las páginas de la prensa.
Literatura
Donato no solo escribió reportajes y crónicas periodísticas, sino que se dedicó también a la literatura, en especial a la infantil. Su gusto por la creación literaria en cualquier forma se plasmó siempre en su faceta como periodista, pero como autora destacó en los cuentos para las lectoras más jóvenes. El primer cuento infantil documentado de Magda Donato apareció en Los Lunes del Imparcial el 25 de julio de 1920 con el título La ley del pescado frito.
Su obra infantil estuvo ligada a la del ilustrador Salvador Bartolozzi, a quien conoció en 1914 y de quien no se separó hasta la muerte de él. Bartolozzi, que había adaptado la obra de Pinocho en la editorial Calleja, creó a los célebres personajes de Pipo y Pipa en Estampa, y aunque la autoría de la mayoría de las obras se le atribuyó a él, se sabe que ambos trabajaban las historias en colaboración. Donato también publicó novelas no destinadas al público infantil como Carabina en 1924, con ilustraciones del propio Bartolozzi.
Teatro
Entre todas sus inagotables ocupaciones su gran pasión fue el teatro. En 1920 creó junto a Cipriano Rivas Cherif el Teatro de la Escuela Nueva, y se posicionó en el centro de los proyectos teatrales más vanguardistas de su tiempo. Su participación no tuvo límites y Donato se dedicó tanto a la actuación como al trabajo entre bastidores. Más tarde aunó, al lado de Bartolozzi, su entusiasmo por el teatro con la literatura infantil. En 1929 ambos artistas fundaron el Teatro Pinocho, que tuvo un gran éxito y reconocimiento por parte de la crítica. Donato y Bartolozzi partieron en su obra de la tradición para revisionarla y transmitir un mensaje distinto.
En 1938 Donato y Bartolozzi huyeron a Francia con motivo de la Guerra Civil. Más tarde se asentaron en México, donde continuaron con su proyecto de teatro infantil en el Palacio de Bellas Artes, de nuevo acompañados por el éxito del público y el favor de la crítica. Donato continuó con su carrera como periodista y comenzó además a desarrollar su carrera como actriz. Cuando Bartolozzi falleció en 1950 la autora se dedicó por entero a la actuación, con una trayectoria de gran repercusión. Donato, al no contar con descendencia, estableció en su testamento que tras su muerte se instituyera un premio literario que llevara su nombre y premiara a jóvenes actores y autores. Ella falleció en México en 1966 y el premio se concedió desde entonces hasta el año 1987 de mano de la Asociación Nacional de Actores.
(Servicio de Información Bibliográfica)