Las hermanas no recibieron formación académica, de modo que su afición por el estudio de la naturaleza se desarrolló de forma autodidacta, animadas por el estímulo de su madre, que había crecido en un internado suizo donde había adquirido conocimientos botánicos y aprendido a herborizar.
Blanca consiguió formar un pequeño y selecto herbario con ejemplares poco conocidos en ese momento. Su primer trabajo se publicó en La Provincia, en 1880, reproducido en 1894 en Miscelánea Turolense con el título Catálogo de las plantas colectadas por la Srta. Blanca Catalán de Ocón en Valldecabriel.
El trabajo en colaboración con Bernardo Zapater, naturalista, matemático y canónigo de Albarracín, consiguió llamar la atención de Moritz Willkomm, insigne botánico y geógrafo alemán, estudioso de la flora española y le proporcionó a Blanca la posibilidad de mantener una fructífera correspondencia con el alemán.
Fue el propio Willkomm quien bautizó la Saxifraga blanca, en honor a la joven aragonesa:
De este modo, se convirtió en la primera botánica española con su nombre en la nomenclatura científica universal.
Se relacionó también con Francisco Loscos Bernal, quien la incluyó en su Tratado de plantas de Aragón y con Carlos Pau, quien la cita en sus Notas botánicas.
Su boda en 1888 con el magistrado Enrique D. Ruiz de Castillo la apartó de la ciencia y del Valle del Cabriel, puesto que fue destinado a Vitoria. La pareja tuvo dos hijos.
Murió en Vitoria, a los 43 años, el 17 de marzo de 1904
En Madrid se ha homenajeado a la botánica poniendo su nombre a una zona verde del Parque del Retiro y su vida ha inspirado la novela Historia de una flor de Claudia Casanova.
(Servicio de Información Bibliográfica)