Cursó la carrera de derecho en la Universidad de Valencia, pero apenas ejerció. En sus años de estudiante trabó amistad con Constantino Llombart, republicano, federalista y valencianista, quien le introdujo en la denominada renaixença valenciana. Pero su extensa actividad periodística, política, literaria y también editorial no se limitó a la lucha regionalista, pues sus aspiraciones intelectuales y políticas, que definieron toda su obra y vida, fueron mayores y más ambiciosas. Cosechó un inmenso éxito en todas las disciplinas que cultivó, y unificó a través de ellas un discurso robusto basado en su ideología republicana, antimonárquica y anticlerical, que supuso el nacimiento de un movimiento político y social bautizado como “blasquismo”.

En el periodismo fundó y dirigió varias cabeceras. El 1 de septiembre de 1889 vio la luz La Bandera Federal, semanario desde el que en 1890 convocó una protesta con motivo de la subida al poder de Cánovas del Castillo. Por ello huyó al exilio en una barca de pesca, dedicada al contrabando, donde viajó hasta arribar a París. Regresó con una amnistía en 1891 y ese año contrajo matrimonio con María Blasco del Cacho. Con ella tuvo varios hijos. La primera fue una niña, Libertad, que vivió solo unos pocos días. Tras ella nacieron Mario, otra niña también llamada Libertad, Julio César y Sigfrido.

Obra literaria

Su obra literaria va en la línea de su actividad política y periodística, en especial tras su desempeño en El Pueblo, publicación que fundó en 1894. Sus primeras obras literarias se vinculan a la novela histórico-folletinesca, entre ellas Historia de la revolución española (1808-1874); y La araña negra, ejemplo de su anticlericalismo. La considerada etapa valenciana, que inició con Arroz y tartana (1894), fue un acercamiento a la realidad social y política de Valencia, con una fuerte presencia de sus paisajes y sus gentes, y un estilo próximo al naturalismo de Zola. Arroz y tartana apareció por primera vez en El Pueblo como folletín. Otras destacadas novelas de la colección valenciana son La barraca (1898) y Cañas y barro (1902).

La miseria y la ignorancia de la sociedad española de la época eran dos de sus grandes temas. Para el autor valenciano las protestas y reclamaciones de las clases bajas eran una poderosa materia prima en manos de los narradores. No obstante, el propio autor consideraba que ese carácter político y social que imbuía su propia actividad literaria no debía empañar el valor artístico de las novelas, y así lo afirmó en un artículo titulado “La novela social” que publicó en La República de las Letras, revista también de creación propia: “La novela de nuestro tiempo debe ser social (..) pero no hay que confundir la novela de tendencia con la que puede llamarse novela de tesis o de sermoneo. La novela de tesis resulta generalmente sin gran valor artístico”.

Del mismo modo que su mirada no se circunscribió sólo a Valencia tampoco se detuvo en España. Fue un autor itinerante que residió en diferentes países, y no solo debido a los exilios que tuvo que afrontar. Fue cronista de la Primera Guerra Mundial durante su estancia en París en 1914. Este acontecimiento bélico sería además el telón de fondo de la novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1916). Sus andanzas lo llevaron por múltiples lugares del mundo y escribió sobre todas las estancias que vivió fuera de España. Posteriormente publicó libros de divulgación de viajes como Oriente (1907) y La vuelta al mundo de un novelista (1924-1925).

De la política acabó desencantado, sentimiento que nunca tuvo con la novela. Militó en el Partido Republicano Federal, donde protagonizó disensiones con otras figuras políticas que culminaron en la escisión en un nuevo partido: Unión Republicana, que después fue Fusión Republicana. Fue diputado nacional durante seis legislaturas, entre los años 1898 y 1907. Tuvo relación con varias importantes figuras de la época, escritores como Pardo Bazán o Miguel de Unamuno, y con el pintor Joaquín Sorolla, cuya obra se estudia a veces de forma paralela a la de Blasco, por el fervor con el que ambos reflejaron Valencia en sus obras y la fama que alcanzaron.

El éxito de las novelas de Blasco Ibáñez cruzó las fronteras y fue tal que Hollywood adaptó dos de ellas: Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis (estrenada en 1921) Sangre y arena (estrenada en 1922). Además del aplauso del público recibió también el abrazo de la crítica y las instituciones fuera de España: fue nombrado doctor honoris causa en la universidad George Washington en 1920; y recibió la Medalla de la Legión de Honor de Francia en 1906. En este país que tan presente estuvo en su vida falleció el 28 de enero de 1928.

(Servicio de Información Bibliográfica)