Pero el género en que destacaron fue el teatral. El 30 de enero de 1888 estrenaron en Sevilla su primera obra, Esgrima y amor. Apenas unos meses después ve la luz Belén, 12, principal y, desde entonces, se suceden los estrenos, hasta las más de doscientas producciones que compusieron los hermanos. Su primer gran éxito sería El ojito de derecho (1987), pero le seguirían muchos más, especialmente una vez después de su traslado, en 1889, a Madrid.
En la capital estrenarán muchas de sus piezas más señaladas, como La media naranja (1894); Los galeotes (1900); El amor en el teatro (1902) y sus segunda parte El amor en solfa (1905); La reina mora (1903); también estrenaron, no sin grandes esfuerzos, su adaptación de la novela Marianela de Benito Pérez Galdós en 1916.
En tan extensa producción se encuentran muy diversos géneros dramáticos, aunque predominan las comedias, las zarzuelas y los sainetes. Se ganaron el favor del público a través de su comicidad y su costumbrismo, rasgos que los críticos de diarios alababan continuamente y echaban en falta en obras que se alejaban ligeramente de este modo de hacer quinteriano. Son frecuentes los motivos o el lenguaje andalucista en las obras.
Colaboraron con diversos maestros de la música a lo largo de los años; entre ellos, destacan Ruperto Chapí (El estreno, 1900; La patria chica, 1907) o José Serrano (La maja de Goya, 1900).
También fueron artífices de la antología de textos compuestos por el tercer Álvarez Quintero, que siempre se mantuvo en un segundo plano, pero quien también cultivó la literatura. Tras su muerte, reunieron esos textos en Huerto ignorado; Rasgos de un espíritu, obra que prologaron.
Gozaron de mucha fama en vida, lo cual los llevó a ser objeto de numerosos homenajes. Los más significativos fueron los organizados por el diario ABC en febrero de 1907, que reunió a los miembros más relevante de la escena teatral del Madrid del momento; o el propuesto por el diario El Liberal en 1928. Los Quintero, especialmente Serafín, aprovecharon estas ocasiones para recitar composiciones poéticas o discursos de agradecimiento. Además, disfrutaron del acto de inauguración del monumento en su honor del parque del Retiro.
Tras el golpe de estado de julio de 1936, ambos hermanos permanecieron en su residencia habitual de verano en El Escorial. Hay disparidad en la forma en la que los medios de comunicación de la época hablan de esos primeros meses, durante los cuales se publicaron noticias indicando que habían sido fusilados; desmintiendo tal hecho; o apuntando a que habrían sido detenidos en El Escorial.
Además de su labor teatral, ocuparon diversos cargos en entidades culturales de relevancia en la época. Además de la mencionada Academia de la Lengua (no solo como académicos, sino también bibliotecario, en el caso de Joaquín), fueron parte del Ateneo de Madrid.
El 12 de abril de 1938 fallecía Serafín, y la guerra no impidió que recibiera numerosos homenajes. Durante los seis años que Joaquín lo sobrevivió —hasta que murió tras una larga enfermedad el 14 de junio de 1944—, se estrenaron algunas de las obras pendientes, siempre bajo la firma de ambos. La más esperada fue La venta de los gatos, ópera con música del maestro Serrano, que se llevaba a escena en 1943, más de cuatro décadas de ser escrita. Con motivo del estreno, Joaquín concedió una de sus últimas entrevistas.
La crítica ha señalado el carácter insólito del par de hermanos y su fecundidad. El fenómeno quinteriano se ha conocido como «gemelismo literario».
(Servicio de Información Bibliográfica)