Manuscritos Vitrina y Reserva de la Biblioteca Nacional

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Manuscritos Vitrina y Reserva de la Biblioteca Nacional

Resumen de la intervención de Manuel Sánchez Mariana


El año 1894, después de haberse celebrado dos años antes las exposiciones Histórico-Europea e Histórico-Americana, siendo director el dramaturgo Manuel Tamayo y Baus, se llevó a cabo el traslado de la Biblioteca Nacional al nuevo edificio del Paseo de Recoletos. Por primera vez, la Biblioteca fundada por Felipe V en 1712 contaba con un edificio propio construido especialmente para tal función. Aun con los defectos que los propios bibliotecarios señalaron desde el primer momento, la construcción de la nueva bibloteca había tomado como modelo otros edificios destinados al mismo fin en otros lugares de Europa y, como ocurría en aquellos lugares, se pensó en destinar un espacio a la exposición de las piezas más valiosas y vistosas de sus fondos, que fundamentalmente eran los manuscritos iluminados. En algunas bibliotecas nacionales, como la British Library, la exposición permanente ha continuado hasta hoy; en la mayor parte de ellas, teniendo en cuenta el deterioro que sufren los manuscritos expuestos, dichas muestras se suprimieron hace bastantes años, optando por las exposiciones temporales, y eso mismo se hizo en la Biblioteca Nacional en los años sesenta del siglo XX.
Así se instalaron a finales del siglo XIX, en las dos primeras salas según se entraba en el gran vestíbulo de la Biblioteca a la izquierda, una serie de mesas-vitrina, en las que se colocó una selección de los manuscritos iluminados más valiosos y de los autógrafos más significativos. Correspondiendo dicha instalación al momento en que, para su nueva colocación en el edificio de Recoletos, se cambiaron las signaturas de los manuscritos, a los expuestos se les puso una nueva signatura que designaba su colocación en las Vitrinas, y que ha permanecido hasta nuestros días, pues, aun con su carácter convencional, sirve para tener fácilmente localizados algunos de los manuscritos más valiosos que posee nuestra primera biblioteca.
En el mismo momento, y con la misma intención que hemos señalado anteriormente, se separaron del conjunto de la numeración seguida de los manuscritos algunas piezas que, no habiendo de ser expuestas, podían necesitar de una protección especial. A estos manuscritos se les dio la denominación de Reserva, y una numeración aparte, que también ha permanecido hasta hoy. Entre ellos hay manuscritos iluminados, autógrafos, y otras piezas que se juzgaron representativas o valiosas.
Las primitivas procedencias de los manuscritos de la Biblioteca Nacional, desde la primera época de la Biblioteca Real en tiempos de Felipe V (como las colecciones del Duque de Uceda o del Marqués de Mondéjar), hasta la biblioteca de los Duques de Osuna y del Infantado, adquirida en 1886, pasando por el fondo de la Catedral de Toledo, ingresado en 1869, comprenden, en general, el conjunto de los manuscritos más valiosos de la Biblioteca Nacional, y a dichas procedencias corresponden la mayoría de los que llevan la signatura de Vitrina. Sólo el Poema de Mio Cid, ingresado en 1960, figura como aportación del siglo XX a este impresionante conjunto.