Cómo conocer la música del siglo XIX: una herramienta para su descripción bibliográfica y su difusión.

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Cómo conocer la música del siglo XIX: una herramienta para su descripción bibliográfica y su difusión.
Ciclo o programa de actividades

28 de mayo de 2008

Después de haber catalogado alrededor de veinticinco mil partituras del siglo XIX en la base de datos de la Biblioteca Nacional, se presenta en esta cita una publicación que trata de la descripción de la documentación musical de este periodo y como consecuencia, de la edición, la difusión y la recepción de la música en España en el siglo XIX. Portada de "Método de piano por D. Manuel de la Mata".

En la elaboración de este trabajo se han seguido las Reglas de catalogación españolas y la normativa internacional, pero tiene esta música decimonónica características propias que con dificultad se ajustan a los estándares internacionales.

Siendo el punto de partida las partituras impresas y manuscritas, no se podía prescindir de las monografías musicales, de las publicaciones seriadas de música, de las publicaciones menores (programas de concierto, catálogos editoriales, etc.), de las ediciones facsímiles, todo lo cual acabaría contribuyendo a conocer qué música se producía y cual demandaba la sociedad, cuales eran los sistemas de difusión y a qué espacios se destinaba la audición musical.

En la Biblioteca Nacional de España la perspectiva es muy amplia. Contamos con las colecciones reales, con conjuntos documentales procedentes de desamortizaciones o consecuencia de las leyes de Propiedad Intelectual, con ingresos especiales como el legado de Barbieri, con archivos de compositores, de autores literarios, de editores, etc. La música del siglo XIX depositada en la Biblioteca Nacional, no es más que el reflejo de la demanda social. Casi todo el siglo en España lo llena la zarzuela y el género chico y quizá por proximidad de géneros, es muy bien recibida la opereta cómica. Dejando a un lado los teatros y entrando en los salones, constatamos la gran cantidad de obras para piano, o para voz y piano. El piano se había impuesto, provocando la aparición de formas musicales breves que se interpretaban en reuniones sociales a las que acudía la burguesía de nuevo cuño. Pero también encontramos “transformaciones” de obras ya existentes, bien en versiones facilitadas, bien en arreglos o transcripciones para instrumentos solistas o para pequeñas agrupaciones musicales, o bien en forma de fantasía, normalmente sobre los motivos más aplaudidos de óperas y zarzuelas.


Otro destino de la música era la enseñanza. En Madrid se funda el Conservatorio de Música “María Cristina” en 1830, y en el resto de España irán surgiendo centros de enseñanza musical, así que los editores encuentran un nuevo mercado y empiezan a proliferar los métodos de solfeo, canto e instrumentos.

Y mientras se produce, se difunde, se enseña y se disfruta toda esa música, Europa se revoluciona industrialmente y España vive la Guerra de la Independencia, el Trienio Liberal, las Guerras carlistas, el reinado de Isabel II, el Interregno revolucionario, la Primera República y la Restauración, que originan, por un lado, la aparición de marchas militares e himnos que reflejan los acontecimientos sociales y políticos, y por otro lado, y menos afortunado, el exilio de muchos intelectuales, entre ellos, muchos músicos, como el afrancesado guitarrista y compositor Fernando Sor del que escucharemos una pieza en este acto.

Los documentos del siglo que tratamos hacen su aparición con nuevos sistemas de edición, de venta y de protección de derechos. La música no es ajena a estos cambios. El editor musical de este siglo utiliza en el documento que va a hacer público todos los recursos imaginables para llamar la atención sobre su producto: menciona los méritos del autor, une al título de la composición su uso en escuelas de música acreditadas, indica la fecha y lugar de estreno en los géneros teatrales, deja constancia de la existencia de todos los formatos en los que aparece una obra, ilustra las cubiertas con preciosas litografías, etc. A este producto editorial, que a su ingreso en la Biblioteca Nacional ya tenía una historia, se le han añadido distintas marcas, como números de registro, sellos, signaturas o nuevas encuadernaciones que aportan su devenir en la institución que le dio acogida.

Con la gran cantidad de documentos ya descritos –cada uno con su historia particular-, y lo que aún queda por hacer, se pone a disposición de investigadores actuales y futuros, fuentes imprescindibles para el conocimiento de la música del siglo XIX en España.