El 29 de diciembre de 1711 Felipe V, el primer Borbón que reinó en España, daba el visto bueno al plan de creación de una Real Biblioteca abierta al público. La idea había partido de su consejero y confesor, el padre Robinet, siguiendo el modelo de la Bibliothèque du Roi parisina. Con este sencillo gesto, se ponía la piedra inaugural de una gran biblioteca, que nació rica en colecciones de muy diversa procedencia.

Sus puertas se abrieron a los estudiosos el 1 de marzo de 1712 en el Pasadizo de la Encarnación, en la actual Plaza de Oriente, remarcando desde el principio su carácter de servicio público.

En esta primera sala se exponen algunos de los manuscritos, libros y objetos que pudieron admirar, leer y estudiar sus primeros lectores.