Más de 6.000 volúmenes fueron traídos por Felipe V de Francia, desde códices medievales a libros editados en los siglos XVI y XVII. Si gran lector fue el rey, aún más lo fue su segunda esposa, Isabel de Farnesio, que llegó a reunir más de 8.000 ejemplares en las lenguas que dominaba: francés, italiano, latín, alemán y español. Llegaron a la Real Biblioteca por orden de su hijo, Carlos III, en 1766.