En el 125 aniversario de María Moliner. Documentos del archivo de la Biblioteca Nacional de España.
El 30 de marzo de 2025 celebramos el 125 aniversario del nacimiento de la filóloga, archivera y bibliotecaria María Moliner Ruiz, más conocida por su labor lexicográfica, al perpetuar su nombre en su Diccionario de uso del español, citado desde entonces como el “Diccionario Moliner”.
La BNE ha querido sumarse al homenaje mediante un acto cultural el pasado 18 de marzo en el que intervino su biógrafa Inmaculada de la Fuente1 e Isabel Valldecabres Ortiz, presidenta de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, quien presentó la última moneda honorífica dedicada a Moliner.2
Anteriormente, la BNE había organizado otros eventos conmemorativos ya que María Moliner es una de las figuras más emblemáticas del panorama bibliotecario español a la que consideramos una verdadera pionera. Cabe recordar que el 12 de febrero de 1981, veintiún días después de su fallecimiento, la BNE quiso evocar su fructífero legado con un homenaje de los bibliotecarios españoles a su persona3. Diez años más tarde, la BNE fue el escenario más indicado para la presentación del estudio de Pilar Faus titulado La lectura pública en España y el plan de bibliotecas de María Moliner.4
En 2017 la BNE conmemoraba el cincuenta aniversario de la primera edición de su Diccionario de uso del español5. Dos años después, coincidiendo con la visita de los reyes de España a la BNE, el Salón General de lectura pasó a llamarse Sala María Moliner6. Finalmente, este reconocimiento culminó en 2021 con un acto de homenaje y recuerdo a María Moliner con motivo del cuarenta aniversario de su desaparición, en el que se leyó el prólogo de su Organización general de bibliotecas de Estado (1938)7.
Aprovechando tal coyuntura, hemos querido rescatar del Archivo de la BNE varios documentos significativos de su carrera profesional, darlos a conocer contextualizándolos en su fecunda vida. Siempre es gratificante recorrer una existencia vivida con plenitud plasmada en los documentos administrativos que le forjaron y dejarnos sorprender por el chispazo de genialidad y personalidad que rezuman algunos autógrafos suyos.
Empezamos nuestro recorrido con el primer documento de su carrera profesional. Está fechado el 25 de agosto de 19228, después de haber aprobado con éxito la oposición al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Recordemos que había terminado la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza solo un año antes y que ingresó en este Cuerpo superior administrativo con tan solo 22 años.
Aprobados los exámenes, comenzó el curso práctico de funcionarios el 20 de septiembre de 1922 en la Biblioteca Nacional9. Su paso por nuestra institución fue breve, tan solo dos meses, y fue ésta su única vinculación laboral con la BNE en toda su carrera profesional.
El 17 de noviembre del mismo año tomaba posesión de su primer destino como archivera en el Archivo General de Simancas10. Fue asignada a la Sección de Estado, pero no quedó satisfecha de lo que se había encontrado por lo que un año después solicitó el traslado al Archivo Histórico Nacional.
No lo consiguió pero sí cambió de lugar de residencia. Pasó de Valladolid a Murcia para continuar en el mundo de los archivos. Esta vez era el Archivo de la Delegación de Hacienda de Murcia11. Allí permaneció desde 1923 hasta 1930 combinando su trabajo con la vocación universitaria como ayudante de la Universidad de Murcia12.
En 1927 había ascendido a oficial de segundo grado.13
Su carrera administrativa progresaba, así como su vida familiar. En 1930 cambia otra vez de destino. Sigue vinculada a los archivos, como responsable del Archivo de la Delegación de Hacienda de Valencia y asciende a oficial de primer grado. En Valencia encuentra el ambiente propicio para desarrollar sus inquietudes bibliotecarias, hasta entonces adormecidas por sus cargos directivos en los archivos. Fue fundamental el contacto con el espíritu institucionista que se respiraba en una de sus creaciones pedagógicas: la Escuela Cossío en donde el libro era visto como una de las mejores herramientas para la educación y el progreso social.
Esta nueva línea era para ella más teórica que práctica ya que sus intentos de pasar a desempeñar sus labores profesionales en una biblioteca no tuvieron éxito en un primer momento. Pero quiso perseverar en esta nueva orientación bibliotecaria, alejada de la erudición y del historicismo. Necesitaba compulsar la realidad bibliotecaria española con la de otros países. Es entonces cuando comienza a relacionarse con Miguel Artigas. Le escribe nada más llegar a Valencia, en 1930, para felicitarle por su nombramiento como nuevo director de la Biblioteca Nacional, que lleva aneja la jefatura superior del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.14
En otra carta manuscrita fechada en 1932 y nuevamente dirigida a Miguel Artigas, le solicitaba orientaciones bibliográficas sobre el régimen, funcionamiento y actividad de las bibliotecas alemanas, al mismo tiempo que le rogaba el envío de revistas especializadas en Biblioteconomía que no había en Valencia.15
El advenimiento de la Segunda República fue como un abrir las ventanas a las nuevas corrientes europeas en materia educativa y bibliotecaria, muy afín a las inquietudes de la Institución Libre de Enseñanza. Todo ello era compartido y conocido por María Moliner, quien, sin embargo, seguía como archivera en el Archivo de la Delegación de Hacienda de Valencia.
En 1934 se sinceraba con Eugenio Lostau mediante una carta que expresaba su interés por pasar a gestionar una biblioteca popular en Valencia y su desazón por no poder cumplir este sueño profesional16. Tenaz como siempre, lo consiguió gracias a otra creación emblemática de la Segunda República: el Patronato de Misiones Pedagógicas. Una de sus funciones residía en la creación de bibliotecas escolares y bibliotecas circulantes. María Moliner quedó al frente de la Delegación de las Misiones Pedagógicas en Valencia, encargada de crear y organizar una red bibliotecaria constituida por 115 pequeñas pero bien selectas bibliotecas.
A partir de ese momento despega su nuevo perfil profesional de bibliotecaria. Fruto de la experiencia ganada en su último destino, participa en mayo de 1934 en la séptima sesión del Comité Internacional de Bibliotecas celebrado en Madrid. María Moliner presenta su ponencia sobre Las bibliotecas de las Misiones Pedagógicas.17
La Guerra Civil le sorprendió en Valencia, que pasó a ser la capital del Estado republicano desde noviembre de 1936. A María Moliner se le encomendó en 1937 hacerse cargo de la Biblioteca universitaria, participar como vocal de la Sección de Bibliotecas del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico y dirigir la Oficina de Adquisición de Libros y Cambio Internacional.18
Como curiosidad, un documento de nuestro Archivo atestigua el envío de una máquina de escribir Underwood desde Madrid a Valencia para este último trabajo.19

A pesar del contexto tan traumático, fue capaz de teorizar su experiencia bibliotecaria y aunar sus conocimientos, fruto de lo cual fue su Plan para una organización de las bibliotecas del Estado, publicado en 1937, al que le siguió, ya de forma anónima, las Instrucciones para el servicio de pequeñas bibliotecas en 1939.20
Al finalizar la Guerra Civil, María Moliner fue expedientada y depurada por “simpatizante con los rojos y roja”. Se le relegó otra vez a su antiguo destino de archivera en el Archivo de la Delegación de Hacienda de Valencia. Perdió categoría laboral, que se mencionó de manera soterrada en el escalafón de 194621.
Ese mismo año consigue trasladarse a Madrid para dirigir la Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, puesto que mantuvo hasta su jubilación en 1970 y que podemos seguir en los sucesivos escalafones del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.22
En definitiva, estos documentos nos muestran la fecunda vida personal y profesional de una archivera con vocación de bibliotecaria, ejemplo de tesón y laboriosidad en una carrera intelectual y laboral que se hace día a día.
1Inmaculada de la FUENTE, El exilio interior. La vida de María Moliner, Madrid: Turner, 2011.
2Homenaje 125 aniversario nacimiento María Moliner | Biblioteca Nacional de España
3BNE-A, BN 3085/021-022.
4BNE-A, BN 3284/015.
5BNE-A, BN 1221/020.
6Inicio - Actividades y Agenda - Visita a las Salas “María Moliner” y “Larra” de la Biblioteca Nacional de España
7BNE-A, BN 1210/004.
8BNE-A, JUNTA 243/017, fol.3.
9BNE-A, BN 3134/001, fol. 4.
10BNE-A, JUNTA 243/017, fol.6.
11BNE-A, JUNTA 243/017, fol.7.
12María Isabel SEGURA MOLINA, Juan Carlos ARGÜELLES ORDÓÑEZ, “María Moliner: primera mujer profesora de la Universidad de Murcia”, Murgetana, n. 125, 2011, p. 263-272.
13BNE-A, JUNTA 243/017, fol.12.
14BNE-A, JUNTA 258/116.
15BNE-A, JUNTA 271/061.
16BNE-A, JUNTA 155/017.
17Separata en su expediente personal de BNE-A, BN 3134/001, fol.8-11.
18BNE-A, JUNTA 212/019.
19BNE-A, JUNTA 212/097.
20Luis GARCÍA EJARQUE, “María Moliner: gestora de una política bibliotecaria”, Boletín de la ANABAD, n. 31, 1981, p. 37-42; Luisa ORERA ORERA, “María Moliner: sus aportaciones a la política bibliotecaria de la Segunda República”, Boletín de la Asociación Andaluza de Bibliotecarios, n. 62, 2001, p. 49-62.
21Boletín Oficial del Estado, 20 febrero 1946, n. 51, p. 1382. A01375-01392.pdf
22Escalafón de funcionarios del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, totalizado en 30 de mayo de 1958, Madrid: Ministerio de Educación Nacional, 1958, p. 7 n. 50.