La BNE celebra la llegada de la imprenta a España, el arte que revolucionó el mundo
La Biblioteca Nacional de España conmemora con la exposición ‘Incunabula’ los 550 años de la llegada a España de la imprenta, el invento de Gutenberg que introdujo la modernidad a mediados del siglo XV.
Tras algo más de dos décadas desde su invención, la imprenta llegará a España de la mano de impresores alemanes que previamente habían arribado en Francia o Italia. Conforme a los testimonios conservados, el primer taller se instala en Segovia, hacia 1472, pero en apenas unos meses - ya en 1473- se abrirán talleres en Barcelona, Valencia y Sevilla. La imprenta segoviana fue la de Juan Párix de Heidelberg y el primer libro salido de ella es el Sinodal de Aguilafuente, actas del sínodo celebrado en esta villa a principios de junio de 1472, siendo hasta el momento el primer libro impreso en España y en español. Tan solo se conserva un ejemplar en el mundo, en la Catedral de Segovia, que es el que ahora se expone en la BNE.
‘Incunabula’ es una exposición excepcional por muchos motivos. Como explica Ana Santos Aramburo, directora de la BNE, “no sólo por la singularidad de los ejemplares que se exponen, alguno de ellos único en el mundo, sino porque muestra también la riqueza de la colección de incunables de la BNE, la colección más importante del país, unos 3.200 ejemplares, donde están representadas las principales imprentas españolas y la mayor parte de las imprentas europeas”. Además, añade la directora, “Incunabula refleja la variedad de este tipo de impresos que, en un primer lugar, copiaban a los manuscritos pero en seguida contribuyeron a la comunicación de todos los saberes, religioso, jurídico, científico, marcando una nueva etapa en la difusión del conocimiento en nuestro país”.
El “nuevo arte maravilloso de escribir”
‘Incunabula’ ha sido comisariada por María José Rucio, Jefa de Servicio de Manuscritos e Incunables de la BNE, y Fermín de los Reyes, doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, profesor en la Facultad de Ciencias de la Documentación, especializado en Bibliografía, Historia del libro y Patrimonio bibliográfico.
“La imprenta surge por necesidad, o al menos eso percibimos, en un momento histórico en el que, por ejemplo, las universidades ya están completamente asentadas y la difusión de los textos se multiplica”, explica Rucio. “Esa difusión masiva exige que haya cada vez menos errores porque no olvidemos que, al principio, eran textos copiados por los estudiantes y se hizo necesario que las copias múltiples se abarataran y permitieran respetar la integridad de la obra que propio autor había hecho”, añade la comisaria.
La muestra expone 21 ejemplares entre los que destacan el incunable más antiguo conservado en la BNE, el Catholicon, de Johannes Balbus, impreso en 1460 en Maguncia y atribuido a Gutenberg, el libro xilográfico Biblia pauperum (c. 1440-1450) o algunos de los primeros que incluyen grabados, como el Fasciculum temporum (Sevilla, 1480), el primer libro impreso en España con ilustraciones; el mapamundi de la Cosmographia de Pomponio Mela (Salamanca, 1498).
Según explica Rucio, “la música fue muy compleja de trasladar a la imprenta y al principio las primeras notas se hacían a mano hasta que se logra la impresión completa como puede contemplarse en la obra Lux bella seu Artis cantus (Sevilla, 1492), primer tratado de música impreso en castellano”.
La comisaria detalla que los primeros incunables emulaban al manuscrito. “El lector de mediados del siglo XV estaba acostumbrado al libro manuscrito, igual que sucede ahora entre el libro impreso y el libro electrónico, emulando en muchos aspectos este último al libro en papel”, señala Rucio. También se observa evolución en la tipografía utilizada: la gótica, procedente de Alemania, y la redonda usada en Italia. Ambas convivirán en España en los primeros tiempos de la imprenta, alternándose los dos tipos.
Otros textos jurídicos, litúrgicos, médicos, literarios o la Gramática de Nebrija (Salamanca, 1492), son ejemplo de la variada temática que estos primeros testimonios de la imprenta revelaban en sus páginas.
Excepto el Sinodal de Aguilafuente, el resto de los ejemplares procede de los fondos de la BNE y, junto a la veintena de obras expuestas, un chibalete, el mueble de madera donde se colocaban las cajas con los tipos, y una réplica de una imprenta del siglo XVII, ambos procedentes de la Imprenta Municipal-Artes del Libro de Madrid acompañarán la muestra.
“Esta réplica del siglo XVII reproduce fielmente cómo se imprimían los libros en el S.XV, que denominamos incunables porque ser los libros salidos de la cuna”, explica María José Rucio. Desde la invención de la imprenta, “la técnica de impresión será idéntica hasta el siglo XIX, basada en una impresión de dos golpes”, señala. “El cuadro, plano con movimiento vertical por la presión de un husillo con el que finaliza un tornillo movido por una barra, tenía una superficie menor que el pliego, por lo que exigía doble golpe para la impresión completa del pliego. En el S.XIX se ampliará y eso permitirá que la impresión se haga con un solo golpe”, concluye.
La exposición podrá verse en la antesala del salón de lectura hasta el próximo 23 de julio.