La BNE reconocida por su labor de conservación del Patrimonio Documental Español
Ana Santos Aramburo, Directora de la Biblioteca Nacional de España, ha recogido el diploma, en la Secretaría de Estado de Cultura, de reconocimiento a la BNE por su labor de conservación del Patrimonio Documental Español.
Los documentos de la Biblioteca inscritos en el Registro Internacional de la Memoria del Mundo de la UNESCO en 2013 y 2015, fueron los Decreta de León de 1188, los documentos de Llibre del Sindicat Remença de 1448, los documentos españoles y japoneses relativos a la Embajada Keicho o de Hasekura Tsunenaga (1613-1620) y los textos del Comentario al Apocalipsis, del Beato de Liébana.
La inclusión de estas piezas supone una especial protección y reconocimiento, no solo por su alto valor histórico en los contextos culturales de origen, sino por su importancia y significación para la historia de la humanidad.
Un total de cinco candidaturas se presentaron en 2013 y 2015, incluyendo los documentos de la Biblioteca, El Llibre del Sindicat de Remença (2013), la Embajada Keicho a Europa (2013), los Decreta de la Curia Regia de León de 1188 (2013), los Comentarios al libro del Apocalipsis (2015) y la serie de Vocabularios de lenguas indígenas del Nuevo Mundo (2015).
El Secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, ha sido el encargado de entregar los diplomas a las once instituciones, que junto a la BNE, han contribuido a la custodia de los documentos: el Archivo Histórico Nacional, Archivo General de Indias, Archivo General de Simancas, Archivo Corona de Aragón, Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Museo Arqueológico Nacional, Real Academia de la Historia, Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, Cabildo Catedral de Orense, Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla y el Archivo Municipal de Girona.
El Programa Memoria del Mundo fue puesto en marcha por la UNESCO en 1992 para incrementar la conciencia y la protección del patrimonio documental mundial y lograr su accesibilidad universal y permanente. La manifestación más visible de este programa es el mantenimiento del Registro Internacional de la Memoria del Mundo, un listado de lugares Patrimonio de la Humanidad que reconoce aquellos documentos, colecciones o fondos documentales que se consideran de mayor relevancia y significación y que deben ser conservados para las generaciones venideras, dado que su pérdida sería irreparable.

