Exlibris o las colecciones inabarcables de la BNE
A veces nos encontramos con una situación que, bajo una apariencia inofensiva, oculta una carga de profundidad que no es posible valorar a primera vista. Si hay una imagen que ilustre lo que quiero explicarles de la colección de exlibris de la BN de la que les voy a hablar es la de un ingenuo, incauto incluso, paseante que cree que se adentra en un bosque conocido, y hasta acotado, para, de repente toparse con algo mucho más inabarcable e insondable de lo que parecía a simple vista.
Dentro de las colecciones de BNE nos encontramos con la de exlibris sueltos, procedentes de diversas compras realizadas en los años 60 y 70. Quizás conviene recordar aquí qué es un exlibris, estampa o sello colocado dentro de un libro para indicar quién es su dueño. Suele llevar el nombre del propietario y, a veces, una imagen o símbolo personal. Pero este post no trata sobre lo que es un exlibris, para qué se utilizan, su origen o historia. Este texto habla de cómo se afronta el proceso de una colección compuesta por un número indeterminado de documentos, conservados en decenas de cajas.
Si nos guiamos por la información que se conserva en el Archivo de la BNE, en el año 1964 la BNE compró una colección de 35 000 exlibris al librero barcelonés Josep Porter i Rovira. Con la compra se incluían el fichero, con la descripción de cada uno de ellos, y una pequeña biblioteca especializada sobre la materia. Algunos años después, entre 1968 y 1969, se hizo efectiva la compra de la colección de Enrique Sáez Fernández-Casariego compuesta de 30 000 exlibris y también de diversas revistas especializadas sobre el tema. Finalmente, en 1977, se efectuó la compra de la colección de 2.500 exlibris de la coleccionista Concepción de Careaga Montsalvatje. Si los números son correctos, entre las tres colecciones suman un total de 67 500 exlibris, aproximadamente, sueltos, ingresados entre 1964 y 1977. Aquí no nos conformamos con menos.
Todos ellos presentan una particularidad frente a otros exlibris: nunca se han utilizado para el fin con el que fueron creados, es decir, para indicar la pertenencia de un libro a la persona que aparece como titular. En este caso, son el objeto de recopilación de un coleccionista. Tipologías curiosas la de los coleccionistas. La obsesión por uno o varios objetos les lleva a recorrer geografías diversas para hacerse con aquello que encaje muy bien con su objetivo final: poseerlo todo sobre la materia que ocupa sus momentos de ocio o pensamiento. Y en este caso, esa materia no es otra que los exlibris.
Aunque los usuarios que visitan nuestras salas, consultan nuestro catálogo y leen las noticias que aparecen en diferentes medios sobre las colecciones que se conservan en nuestros fondos saben que no solo nos ocupamos de libros, sino que nuestro espectro es mucho más amplio, siempre es conveniente recordarlo. Y esta es una de las colecciones que, aunque muy ligada al libro, se compone obras que no lo son. Se trata de una colección de estampas, realizadas en distintas técnicas, por artistas de diversas épocas y con temáticas muy variadas.
El primer acercamiento que se realizó a esta colección tuvo como resultado la publicación de un catálogo sin el cual hubiese sido difícil poder retomar la tarea del proceso del resto de la misma. Me refiero al Catálogo de Exlibris de Bibliotecas Españolas en la Biblioteca Nacional, realizado por Consuelo Angulo y Mª Luisa Molina en 1989
EXLIBRIS/808/1
La información que se ofrece es muy escueta, pero aporta datos esenciales para hacer una catalogación más detallada: nombre del titular, autor del exlibris, técnica utilizada y descripción de la imagen. La mayoría de las veces proporciona también información sobre el propietario de exlibris (Gaudí y Cornet, Antonio. Arquitecto (1852-1926) signatura EXLIBRIS/990, sí, se trata del Gaudí que todos conocemos). Además, incluye un índice de artistas que ayuda a su identificación.
Y este catálogo, aunque parcial, fue el primer aliado con el que contamos al empezar este trabajo. Porque, evidentemente, sabíamos que sin echar mano de él no hubiésemos podido ni siquiera plantearnos comenzar con la tarea. Partimos de este catálogo, incluyendo, en primer lugar, todos esos registros en el sistema automatizado que utilizamos actualmente. A la información que en él se consigna, fuimos añadiendo otros datos que ayudaran a la correcta identificación de la imagen que tenemos delante, a su autor y a su titular. Para ello, la siguiente fuente en importancia fue el Catàleg raonat del ex-libris catalans de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona, en su edición de 2007.
Ambos catálogos dan información sobre los exlibris de titulares españoles, dejando sin tratar los de titulares extranjeros, que son la gran mayoría. Cuando se terminó el Catálogo de Exlibris de Bibliotecas Españolas, en la BNE la sensación de vértigo fue un tanto inevitable.
Empezaba entonces el mundo nuevo y desconocido, lleno de incógnitas, de los exlibris de titulares extranjeros, empezando por Abel, Gustav el cual hizo un exlibris a Theodor Diller hacia 1904. Cuando llegó este exlibris con signatura EXLIBRIS/2489/1 y, al no tener ya como guía el catálogo impreso, empezamos a pensar en los datos que nos daba el documento de archivo de la compra de la colección Porter.
[Munich] |b [s.n.] |c [1904?]
EXLIBRIS/2489/1
Uno de estos datos era el que indicaba que, junto con los exlibris, la venta incluía una colección de libros y revistas especializadas y «un fichero con la descripción de cada uno de ellos». Y, efectivamente, ahí estaba y está ese fichero, con las fichas tradicionales de un catálogo de biblioteca de 7 x 12 cm, en las cuales están descritos, mínimamente, cada uno de los exlibris que conforman esa colección de Porter. Datos mínimos pero básicos para facilitar la identificación del titular y del autor.
Además, la ordenación llevada a cabo por los coleccionistas volvió a jugar a nuestro favor. Normalmente, las colecciones de exlibris, al tratarse de estampas de muy diversos tamaños y para facilitar su control y orden, se suelen pegar en cartulinas. En nuestro caso, el tamaño en el cual nos han llegado es de 31 x 24.5 cm aproximadamente, colocando en la parte superior el nombre del creador del exlibris. Ya no estábamos tan a ciegas.
Y, por supuesto, no solamente tenemos estos exlibris originales. La BNE conserva una extensa bibliografía sobre exlibris, en su soporte tradicional, el libro o la revista especializada. Obras sobre exlibris alemanes, suizos, italianos, españoles, estudios sobre la historia del exlibris, tipologías, artistas destacados, de todo ello tenemos una lista muy completa que se puede consultar en el catálogo de la BNE, pero en la Sala Goya, abriendo y leyendo sus páginas. Aquí, físicamente, en esta su biblioteca, porque no todo es accesible a través de la web.
Además, resulta fundamental la consulta de toda la información que hay dispersa en internet y, poco a poco, hemos ido realizando nuestro propio repositorio, con las fuentes que más nos pueden ayudar en la identificación y correcta catalogación de los documentos contactando con gran número de instituciones que tienen fondos similares al nuestro, pudiendo aprovechar el trabajo ya realizado en otros lugares. Muchos de ellos cuentan con sus fondos digitalizados y accesibles sin mayor conflicto ni condición que saber que están. Centros como el Museo de Artes Aplicadas de Budapest se ha convertido en uno de nuestros compañeros habituales. Pero, y aunque suene extraño, webs de compraventa en internet como puede ser el caso de Ebay, Iberlibro, Buchfreund, Todo colección y otras muchas, dan una información esencial: nos aportan la imagen en el caso de que tengan a la venta esos exlibris. En la mayoría de los casos aportan algo que no es sustituible con una descripción, nos dan la imagen Fundamental para conseguir la correcta identificación de artistas y titulares sobre todo del ámbito alemán y extensible al austriaco es la consulta del catálogo de la Deutsche Nationalbibliothek. Y por supuesto, sin olvidarnos de Wikipedia. Cualquier fuente que nos ayude a saber quién hizo o encargó un exlibris es válida.
HK es Kálmán Harsányi, (1876-1929) poeta, escritor, crítico de teatro, Coleccionista de ex libris.
Además de este tipo de información de acceso gratuito a través de la web, hay otro tipo de fuentes de pago que nos han facilitado datos muy difíciles de encontrar. Al año aproximadamente de empezar con la tarea comenzamos a tener acceso a una base de datos que facilita información de creadores de exlibris, la mayor parte de ellos de origen centroeuropeo (Alemania, Austria, Hungría, Chequia…) y también de otros lugares. Se trata de Karl F. Stock: Bibliographische Datenbanken. A través de ella se puede empezar a indagar sobre los artistas, fechas de nacimiento y muerte (dato esencial, entre otras cosas, para saber si aún tienen derechos vigentes), bibliografía útil, producción de exlibris. Todos estos datos son esenciales para ir generando dentro de nuestro catálogo registros de autoridad que lleguen a convertirse en fuentes de información útiles para identificar correctamente a los creadores. Y no solo a ellos, también a los titulares de los exlibris.
Seguro que los que lleguéis a este punto del texto tendréis ya un pensamiento en mente «vamos que ahora me va a decir que no usan IA». Pues sí que la usamos, fundamentalmente para que nos haga una descripción de la imagen lo más detallada posible, lo cual ahorra mucho tiempo. Como he indicado, aún no tenemos esta colección digitalizada, y la descripción de la imagen sigue siendo importante sobre todo en los casos en los que ninguna institución, blog, o cualquier otro sitio de internet tiene ese exlibris catalogado y digitalizado.
Aún nos queda mucho, pero que mucho trabajo por delante, y no solo de trabajo de base, catalogación de exlibris a exlibris, estudio de las autoridades, digitalización de todos y cada uno de ellos. Tenemos que intentar que esta colección sea visible por si misma, que todos estos registros e imágenes no se pierdan en la inmensidad del catálogo, en la impenetrabilidad del bosque. Y, quizás, esta entrada del blog sea un primer paso, pequeño y, como todos los primeros pasos, el más importante.