En diciembre del 2011, Natalia Ruipérez Rodríguez se jubilaba y dejaba su puesto en el Departamento de Música de la  Biblioteca Nacional de España tras veintiséis años de servicio. No fue un adiós definitivo, porque sigue viniendo, ahora como usuaria para, como ella misma reconoce, “leer todo lo que no pude leer en tantos años de trabajo. Mi experiencia como trabajadora de esta casa fue siempre muy positiva y muy feliz. Los últimos once años los pasé en Música y sentí muchísimo dejar a mis compañeros. Aunque reconozco que me jubilé un año antes de lo previsto por gusto, porque tenía razones muy apremiantes en mi vida personal. La Biblioteca absorbía la mayor parte de mi tiempo y necesitaba estar más con mi familia”.

- Pero vuelve casi a diario.

- Vuelvo por dos razones: la primera, personal y afectiva, es indiscutible. Aquí tengo muy buenos amigos. Y la segunda, porque llena muchísimo algo que no podía hacer antes con tranquilidad, que es leer. Entonces, me siento y leo cosas de todo tipo, lo mismo a Unamuno, que a Azorín, que a San Juan Bosco… En fin, obras de lo más diversas. Y también me meto en Google para buscar cosas.

- Su marido trabaja aquí.

- Sí, y coincidimos en la cafetería de la Biblioteca para tomar café juntos todos los días que podemos. Mi marido es bibliotecario, por eso le decía que una de las razones por la que me acerco siempre que puedo es por razones afectivas. Más claro…

- ¿Le queda mucho para jubilarse?

- No mucho. Pero el tiempo que le quede aquí estaré viniendo.

- Ya sólo falta que me diga que se conocieron en la BNE.

- Pues sí, efectivamente. Hace diez años.

- ¿No se le pasa por la cabeza, ahora que tiene tanto tiempo libre para venir a la Biblioteca, escribir un libro?

- Eso lo veo complejísimo.

- ¿Se siente extraña como usuaria después de tantos años trabajando en este recinto?

- En absoluto. Me siento como si estuviera en mi casa. Además, todo el mundo me llama por mi nombre, es fenomenal.