Intentan robar un ‘Greco’ del Museo del Prado… hace cien años
Se detectó que el lienzo había sido rajado por dos laterales y se montó una trampa para capturar al ladrón cuando fuera otro día a sacarlo del marco y llevárselo.
Se cumplen ahora cien años de lo que pudo ser un episodio negro en la historia del Museo del Prado: el robo de un cuadro del Greco, suceso que afortunadamente fue abortado cuando el ladrón estaba preparando la sustracción. El entonces subdirector del museo y jefe de Restauración, Fernando Álvarez de Sotomayor, se dio cuenta cuando inspeccionaba la sala de retratos que un lienzo del Greco había sido rajado con un instrumento cortante por dos laterales y podía desprenderse fácilmente del marco.
Parecía que el ladrón estaba actuando paso a paso y, tras cortar la tela, esperaba el día en que hubiera un descuido de los vigilantes de seguridad para coger el lienzo, enrollarlo y guardárselo antes de salir del museo. Inmediatamente, se dio aviso a la Policía e incluso al presidente del Gobierno, Eduardo Dato, a varios ministros y al director general de Seguridad. Acordaron montar una trampa para cazar al ladrón cuando volviera a rematar su obra, operativo que se echó a perder al publicarse en un periódico rumores de que se había producido un robo en el Prado.
Los rumores en los mentideros madrileños eran disparatados. Apuntaban, como publicó El Liberal el 8 de julio, a que había sido robada La Rendición de Breda de Velázquez, el cuadro conocido popularmente por Las lanzas. Pero fue otro diario, La Libertad, el que el día anterior dio la noticia de que algo estaba pasando. Publicó un suelto escondido entre las amazacotadas páginas del periódico con los siguientes titulares: Alarma en el Museo ¿Se teme un nuevo robo?, y daba cuenta de cómo se había incrementado la vigilancia, de las idas y venidas de jefes de policía e incluso de la presencia del presidente del Patronato, el duque de Alba, en los últimos días.
El mismo periódico informaba que no habían transcurrido ni dos años del robo de joyas del llamado Tesoro de Delfín. En efecto, en 1918 fue robada parte de este conjunto de vasos y jarros esmaltados con piedras preciosas que se exhibía en vitrinas en la galería central del museo. El suceso le costó el puesto al director, José Villegas, que fue reemplazado por Aureliano de Beruete y Moret, y motivó que a partir de entonces fueran incrementadas las medidas de seguridad.
Como en el robo del Tesoro del Delfín había estado implicado un empleado del museo, ahora la policía sospechó que el ladrón pudiera también pertenecer al museo o tener un cómplice en el interior, por lo que fueron muy pocos los empleados informados sobre el intento de robo. A pesar de la enorme reserva, alguien se debió de ir de la lengua y el asunto se filtró a los periódicos.
En el Museo Nacional de Pinturas, un ladrón, desconocido hasta ahora, quiso robar un cuadro del Greco (La Voz, 7 de julio de 1920)
La competencia entonces en la prensa era feroz. En 1920, unos años antes de que funcionaran las primeras emisoras de radio, se editaban sólo en Madrid unos 15 diarios de todas las tendencias, de modo que una noticia de tal calibre iba a ser replicada en casi todos ellos e incluso con fotografías en las revistas ilustradas.
El mismo día 7 de julio, igual que La Libertad pero por la noche, el diario La Voz daba ya la noticia en portada a cuatro columnas. Este periódico se acababa de fundar hacía unos días por lo que el suceso le sirvió para introducirse en el mercado. Muy hábilmente, aunque no fuera comparable porque se trataba sólo de un intento abortado, el diario relacionaba el suceso con el ocurrido en 1911 en el Museo del Louvre, donde fue robada La Gioconda de Leonardo da Vinci.
El periódico señalaba cómo, hacía un par de semanas, Álvarez de Sotomayor estaba examinando un cuadro de pequeñas dimensiones que había sido recientemente restaurado cuando vio algo raro y apenas tocó el lienzo, éste se desprendió por la parte baja y lateral derecha, y la tela cayó curvada sobre el ángulo izquierdo del cuadro. El lienzo mostraba señales de haber sido cortado por sus bordes.
Retrato de El Greco (La Esfera, 17 de julio de 1920)
Se trataba del cuadro del Greco señalado con el número 806 en el catálogo con el título Retrato de un desconocido, que estaba justo enfrente de donde colgaba el conocido retrato Caballero de la mano en el pecho. Pero ni éste ni ningún otro cuadro de esa sala mostraban señales de violencia. El retrato en cuestión ya restaurado fue publicado a toda página en la revista La Esfera el día 17, con un pie de foto en el que también se relacionaba el suceso con el de La Gioconda.
La Voz informaba de cómo tras haberse comprobado que no faltaba ningún cuadro, un examen más minucioso realizado horas después en el Museo hizo descubrir ligeras huellas de violencia en algunos otros cuadros pequeños, como si sobre ellos se hubieran hecho tanteos para cortarlos. (Más tarde se descubriría que eran solo deterioros causados por el tiempo y la manipulación al colgarlos y descolgarlos para su restauración o traslado).
Lo del cuadro del Greco estaba claro que era un intento de robo y se decidió preparar la trampa para cazar al ladrón. Se extremó la vigilancia policial a la entrada del museo y por las salas, pero en la de retratos donde estaba el cuadro dañado la seguridad era mínima para que el ladrón se confiara si volvía. Sólo se paseaba un bedel por los pasillos pero sin prestar mucha atención. El periódico contaba que:
A pesar de su aparente abandono, el cuadro violentado era objeto de extremada vigilancia, pues es probable que en el techo del salón se hubiese practicado algún orificio que permitiera ver el lienzo desde el piso superior.
Álvarez de Sotomayor, entrevistado por el periódico, descartaba que la acción se hubiera producido por la noche, debido a las extremas medidas de seguridad existentes cuando el museo estaba cerrado.
—¿Así que el retrato ha sido cortado durante las horas de visita?
—Indudablemente. Es la única manera posible de hacerlo. Los celadores cumplen con su deber escrupulosamente, pero... Ni en éste ni en ningún Museo es posible evitar que en un momento, al menor descuido de un vigilante, sea robado o destrozado un cuadro... Para cortar un lienzo del tamaño del que se ha intentado robar una mano experta apenas necesita segundos de tiempo...
—¿Cómo cree usted que se intentó el robo?
—Es casi seguro que el ladrón no vendría solo. Generalmente, estos hechos los realizan entre dos o más personas. Una corta el lienzo, y mientras las otras le amparan poniéndose delante, la ocultan con sus cuerpos. Cortado el lienzo original, se le sustituye por una copia llevada a prevención para llenar el hueco del cuadro. Así, el robo tarda generalmente en ser descubierto hasta que en una revisión de los jefes del Museo, o por advertencia de un artista inteligente se comprueba la substitución...
Álvarez de Sotomayor no creía que fuera obra de un profesional con ánimo de lucro:
Una obra de arte tan conocida como la que se ha querido robar es invendible. Yo más bien me inclino a creer que el autor haya sido un perturbado, un cleptómano a quien lo extraordinario de la empresa sugestionó, o de un "amateur", de un apasionado del Greco, que no dudó en violar el Código por satisfacer el deseo de ser propietario de una obra maestra...
El Greco era tenido en ese momento por un precursor de los pintores de la vanguardia y gozaba de una valoración artística comparable a la de Velázquez. En 1914 se había celebrado un homenaje nacional con motivo del tercer centenario de su muerte y se había inaugurado solemnemente un monumento en Toledo en su honor.
Al día siguiente, 8 de julio, La Voz seguía explotando el asunto con el siguiente titular en portada: Mientras la Policía niega el hecho anda persiguiendo a los ladrones.
El periódico señalaba que la Policía sabía que el cuadro iba a ser sustituido por una buena copia en poder de un extranjero y que le seguía la pista a éste cuando se publicó el suceso y se desbarató la operación. Decía también que al principio de las pesquisas se había detenido a un hombre que iba asiduamente a la sala de retratos a copiar cuadros, aunque luego se demostró que era totalmente inocente.
Otros periódicos como La Correspondencia militar daba también el dato de que al parecer se había hecho un agujero en el techo de la sala justo encima de donde se encontraba el cuadro para vigilar y capturar al ladrón, y se lamentaba de que la impaciencia de un periodista hubiera frustrado la operación de caza. Eso mismo decía La Época con estas palabras:
La impaciencia informativa de un periódico (La Libertad) que dio ayer mañana a la publicidad los rumores do que algo anormal ocurría en el Museo desbarató por completo la trampa preparada.
Este periódico también señalaba que a consecuencia de este suceso se había decidido que los jardines que rodean el edificio fueran iluminados con arcos voltaicos, así como que se redoblara la vigilancia en las salas.
El Liberal, por su parte, especulaba con que los cortes en el lienzo pudieron ser fruto de una venganza de alguien que, no pudiendo vengarse en la persona, lo hizo en algo que podía dañar la reputación de esa persona. Esa pura especulación la basaba en que el ladrón no había ido a rematar su obra durante los días que duró la emboscada.
Dos días más tarde, el 10 de julio, El Imparcial añadía algunos datos a una historia que ya iba decayendo. Informaba que era sospechoso un inglés autor de una copia que presuntamente iba a sustituir al cuadro del Greco, pero que según la Policía esta persona se encontraba ya en París desde hacía días.
Este individuo estuvo recientemente en el Museo copiando al Greco, de quien parecía un gran devoto, y revelándose en sus trabajos como un admirable artista. Asegúrase que la copia del cuadro objeto del intento de robo era verdaderamente maravillosa.
Sala donde se exponía el cuadro (Revista Voluntad 15 de julio de 2020)
El Imparcial hablaba también de una señorita inglesa inocente que había sido interrogada porque también frecuentaba la sala de retratos y copiaba algunos de ellos.
El día 15, la revista bimensual Voluntad daba un amplio reportaje ilustrado sobre el asunto con fotos del cuadro que se intentó robar, del rincón de la sala donde se expone y del exterior del museo, al tiempo que reclamaba más medios de vigilancia para la institución.
La Ilustración Española y Americana también se ocupó el mismo día del asunto de una manera muy literaria aunque sin publicar imágenes. En su Crónica de la Semana, informaba que Azorín había hecho referencia a un caballero protagonista de un soneto de Góngora y que este hombre podía ser el del cuadro pintado por el Greco. Lo cierto es que en el actual catálogo del Museo del Prado este retrato figura con el título: Caballero anciano.