Inmune al paso del tiempo. Bodas de Sangre y sus adaptaciones cinematográficas
Trasladar una obra literaria del papel a la pantalla no es tarea sencilla: desde luego, para ello es imprescindible que el texto suscite de manera inmediata una instintiva capacidad de comunicación profunda; que sea permeable a esa transformación sin perder su dimensión emocional. Sin embargo, hay obras que van más allá: tan alta es su carga estética, que resulta casi forzoso transportarlas a otros ámbitos artísticos. Es el caso de Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, cuyo lirismo y musicalidad hacen de ella una creación múltiple, prácticamente infinita. Así lo demuestran sus muchas adaptaciones teatrales, cinematográficas, musicales e incluso coreográficas.
Bodas de Sangre (1931) es la primera parte de lo que Lorca quiso construir como “la trilogía dramática de la tierra española”, completada con Yerma (1934) y La Casa de Bernarda Alba (1936). Lorca aspiraba a una renovación de la dramaturgia española, según él burguesa y agonizante, a partir de la mirada al teatro griego. El ámbito rural de Andalucía se ofrecía como un escenario perfecto para este regreso a la tragedia, así como sus personajes protagonistas. En Bodas de Sangre asistimos, por tanto, a la representación del sino dramático de la vida. Dos familias marcadas por la muerte y el deseo de venganza y una novia entre ambas. Ella quiere a su novio y desea casarse con él; pero no le ama. Su pasión la une a Leonardo, y no habrá ley ni razón posible que les aparte de su destino.
Crónica (Madrid. 1929). 9/4/1933, página 12.
Con este caldo de cultivo, resulta comprensible que la potente mezcla de sentimientos lorquiana haya sido representada hasta la saciedad: desde sus primeros estrenos en las tablas entre los años 1933 y 1935 hasta su primera adaptación cinematográfica en 1938, con Margarita Xirgu a la cabeza; su adaptación a ballet en 1974 por parte de Antonio Gades y su posterior conversión a musical en 1981 de la mano de Carlos Saura; hasta la más reciente interpretación de Paula Ortiz en 2015. Incluso una versión árabe desplazando el conflicto al desierto de Marruecos en 1976.
Tras el asesinato de García Lorca a manos del Bando sublevado la madrugada del 19 de agosto de 1936, Margarita Xirgu, que por aquel entonces se encontraba en Cuba, inicia un ritual de homenaje al poeta que alargará durante el resto de su vida. Tras haber interpretado a La Madre en el estreno de la obra en Barcelona en 1935, Margarita Xirgu se pone bajo las órdenes del director argentino Edmundo Guibourg, y en 1938 se estrena la primera versión cinematográfica de Bodas de Sangre. La adaptación de este film es radicalmente teatral; los modos y declamaciones de sus actores beben directamente de su formación dramática. Sin embargo, la estructura cronológica de los hechos cambia gracias al dinamismo que ofrece el cine; aunque esto no supone una mejora para la versión de Guibourg, pues la transformación del texto a guion cinematográfico arrebata emoción a la historia. No obstante, cabe destacar el gran esfuerzo llevado a cabo por Guibourg, periodista, historiador y crítico teatral, cuya inclusión en el ámbito cinematográfico empieza y acaba con Bodas de Sangre; así como el de los actores, Margarita Xirgu, Pedro López Lagar, Enrique Álvarez Diosdado, Amalia Sánchez Ariño y Amelia de la Torre, por la valentía mostrada al mudarse de las tablas al cine con una obra tan teatral como Bodas de Sangre.
Crónica (Madrid. 1929). 18/9/1938, página 7
Por su parte, la versión árabe dirigida por Souhel Ben Barka en 1976 resulta todo un acierto. La disposición de las escenas respeta el texto original, pero no sin antes dedicar unos diez minutos iniciales del filme a contextualizar el nuevo escenario. La adaptación del guion cinematográfico es muy fiel al texto original, y aunque suprime la parte lírica no consigue hurtarle ni una pizca de emoción. Además, resulta particularmente interesante desplazar el triángulo amoroso a una cultura alternativa, porque está bastante claro que igual que se trata de un conflicto imperecedero, es apátrida: resulta absolutamente creíble el relato ubicado en la vida de los clanes del desierto de Marruecos.
El trabajo de Antonio Gades en 1974, llevando a las tablas la obra de Lorca en forma de ballet, demuestra la autonomía que el propio texto tiene de su lenguaje literario y dramático: el baile se adueña de la tragedia de Bodas de Sangre y la transmite con una fuerza y una pasión completamente independientes de las palabras. La Crónica del suceso de Bodas de Sangre fue testimoniada por Carlos Saura en su particular versión de la obra: adapta el espectáculo de baile en forma de musical. Bodas de Sangre de Carlos Saura (1981) se convierte en un musical sobre la compañía de Antonio Gades ensayando para la representación de la obra de Lorca. Si bien de una manera absolutamente distinta a la representación teatral o cinematográfica, la fusión entre ballet y flamenco se convierte en un vehículo idóneo para transmitir la tragedia lorquiana: la mezcla entre la delicadeza del ballet y la pasión del flamenco refleja bien la escisión entre razón y deseo; o entre ley y destino; o entre El Novio y Leonardo.
La novia (2015), de la directora aragonesa Paula Ortiz, es la última de las adaptaciones cinematográficas de la obra de García Lorca. Muy fiel al texto original, la versión de Ortiz resulta tan lorquiana por el énfasis en el destino trágico de sus protagonistas: desde las primeras escenas, la Novia está unida al sino del Novio y de Leonardo, y este destino se materializa de manera concreta en la película: con la marca de sangre en las manos de la Novia desde que las dos familias se enfrentaron o con los cristales que escupe al toser. La novia regresa a la versión original de Lorca al recoger la simbología del texto original: el personaje interpretado por María Alfonsa Rosso da sobrada cuenta de ello al integrar en sí mismo al Destino, a la Novia y a la Muerte. La fidelidad al texto de Lorca en el guión cinematográfico –aunque con grandes aciertos en la redistribución-, lejos de parecer un aliciente para su clasificación como cine no comercial, invita a los espectadores a recorrer un viaje intenso y hermoso a través de la tragedia. Manteniendo el lirismo de la composición se consigue un efecto musical que se convierte en el hilo conductor del argumento, como una especie de susurro que induce al espectador a la emoción catártica que además, se mantiene en vilo desde el principio. Comenzando la narración in media res Ortiz consigue que el público, consciente ya del trágico final, centre su atención en los detalles que conducen a él. Detalles como la neutralidad del emplazamiento (la película se rueda en distintos escenarios aragoneses y cuenta con alguna imagen de la Capadocia turca), o la austeridad de los decorados y el vestuario de los personajes, que arrasa con todo lo que no sea pura emotividad. No así la fotografía, justa ganadora del Goya, que nos ofrece extraordinarias imágenes del paisaje a partir de la gama cromática propuesta por Lorca en las acotaciones de la obra. Merece la pena destacar también las interpretaciones de Inma Cuesta, plasmando el profundo pesar de la Novia; Asier Etxeandía como el Novio enamorado y rabioso, y Álex García llenando de intensidad la virilidad de Leonardo. Pero especial mención merece Luisa Gavasa como la Madre, maravillosa interpretación que la Academia acertó a premiar con el Goya para una actriz que otorga a su personaje el matiz de matriarca que merece.
Tres adaptaciones distintas de una misma obra literaria que permanece intacta en el tiempo; cuya emotividad no ha perdido carga y que sigue más presente que nunca. El triunfo perenne de Bodas de Sangre responde a la necesidad que tiene la sociedad de recibir relatos que profundicen en lo más interno del ser, o como dice Leonardo: “cuando las cosas llegan a los centros, ya no hay quien las arranque”.
En la colección de audiovisuales de la Biblioteca Nacional de España se puede disfrutar de todas las adaptaciones citadas, así como de las primeras ediciones de la trilogía dramática de la tierra española de García Lorca (Bodas de Sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba). Por otro lado, quizá sea el hispanista Ian Gibson quien mejor conoce tanto la biografía como la obra del autor granadino, y sus numerosos ensayos sobre el tema también pueden ser consultados en la Biblioteca Nacional de España.
Natalia Calviño Tur Doctoranda en el programa de doctorado de Letras Hispánicas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) Prácticas en el Servicio de Audiovisuales BNE
Selección bibliográfica Federico García Lorca
García Lorca, Federico, Bodas de Sangre, Barberà del Vallès, Barcelona: Plutón, 2017.
García Lorca, Federico, Yerma, Barberà del Vallès, Barcelona: Plutón, 2017.
García Lorca, Federico, La Casa de Bernarda Alba, Barcelona: Debolsillo, 2017.
Gibson, Ian, A Federico García Lorca, Gijón: Ateneo de Gijón, 1987.
Gibson, Ian, El asesinato de García Lorca, Barcelona: Plaza & Janés, 1997.
Gibson, Ian, Cuatro poetas en guerra, Barcelona: Planeta, 2007.
Utrera, Rafael, Federico García Lorca, cine: el cine en su obra, su obra en el cine, Sevilla: Asociación de Escritores Cinematográficos, 1986.