Vega Martínez, Juana María de la, Condesa de Espoz y Mina

Dominio Público

Vega Martínez, Juana María de la, Condesa de Espoz y Mina

1805
1872
Imagen
Juana María de la Vega Martínez, Condesa de Espoz y Mina
Lugar de nacimiento
La Coruña
Lugar de fallecimiento
La Coruña
Categorías
  • Ensayistas y prosistas
  • Políticos

Uno de los referentes femeninos del liberalismo progresista español del siglo XIX. Escritora, activista y filántropa.  Nació en La Coruña el 7 de marzo de 1805.

Hija única tras la muerte de su hermana poco antes de que ella naciera, Juana creció en el seno de una familia burguesa de formación ilustrada y liberal. Tuvo la oportunidad de recibir una educación muy poco corriente entre las mujeres de su época, pues más allá de los saberes domésticos y ornamentales, estudió aritmética, gramática, francés e inglés y leía a los autores de la antigüedad clásica.

Su padre, Juan Antonio de la Vega, había hecho fortuna en Cuba, convirtiéndose en uno de los comerciantes más acaudalados de la isla. Su madre, María Josefa Martínez Losada, fue una mujer cultivada y de fuertes convicciones religiosas.

Cuando los franceses ocuparon La Coruña, la familia se refugió en Camariñas. A la vuelta de Fernando VII el padre tuvo que exiliarse en Portugal porque había colaborado activamente en el pronunciamiento frustrado de Díaz Porlier, de septiembre de 1815, en favor de la Constitución de 1812. No pudo regresar a La Coruña hasta el levantamiento de Riego, en enero de 1820.

En este entorno de activismo político, las primeras tentativas literarias de Juana se desarrollaron en torno al género epistolar con temas como el liberalismo o el ajusticiamiento de Díaz Porlier. Escribió también un ensayo histórico y político El elogio a Sócrates. Estos textos fueron custodiados por su padre y finalmente quemados para evitar verse comprometido.

En enero de 1821 llegó a La Coruña el general Espoz y Mina. El militar ya era una leyenda cuando conoció a Juana y para ella encarnaba al héroe liberal, al general romántico, políticamente comprometido, patriota y de sólidos principios. Había luchado contra los franceses y contra Fernando VII.  A pesar de la diferencia de edad, Juana no dudó en casarse con él en diciembre de 1821 y le respetó y veneró el resto de su vida.

Con la vuelta de Fernando VII y el inicio de la Década Ominosa, Mina tuvo que exiliarse a Inglaterra y dos años más tarde Juana pudo desplazarse a Londres para reunirse con su esposo que ya estaba gravemente enfermo. Durante once años de exilio en Londres y Francia la pareja se relacionó con otros exiliados como Agustín Argüelles y no dejaron de promover intentos de restauración de la Constitución de Cádiz de 1812. Con el sobrenombre de “Mi Generala” sus contemporáneos dejaban constancia de que aunque su condición de mujer la privaba de estudios universitarios y carrera política, igualmente intervino de manera destacada en el activismo político y en el desarrollo del pensamiento liberal.

En 1834, un año después de la muerte de Fernando VII y en plena Primera Guerra Carlista la pareja regresó a España donde Espoz y Mina fue nombrado general en jefe del Ejército de Navarra contra los carlistas. Murió el 24 de diciembre de 1836.

Tras la muerte de su esposo concedieron a Juana el título de Condesa de Espoz y Mina y Vizcondesa del Arado. Ella decidió guardar luto perpetuo, abandonar la primera línea de la actividad política y refugiarse en su casa de La Coruña y empezar a escribir las memorias de su marido.

Considerada por algunas fuentes como la primera historiadora moderna de España, durante más de un siglo se creyó que los cinco volúmenes publicados entre 1850 y 1851 los había redactado el propio general. Sin embargo, diferentes estudios han demostrado lo que ya en 1910 Pérez de Guzmán advertía en la Introducción a las memorias de la Excma. Sra. Condesan de Espoz y Mina, la participación como autora y no sólo editora en la Memoria de Espoz y Mina.

Durante la regencia de Espartero es llamada a la Corte para desempeñar el papel de Aya de Isabel II y de su hermana la infanta Luisa Fernanda, tras la marcha al exilio de su madre la reina María Cristina de Borbón. Juana se resistió alegando que “carecía de talento, instrucción y experiencia necesarios para desempeñar dignamente un encargo de tanta responsabilidad y confianza”, y que podía ofender tanto a los conservadores como a la aristocracia. Sin embargo, la insistencia de personalidades como Salustiano de Olózaga y Agustín Argüelles, tutor de las niñas, ofreciendo esa labor a la mujer más influyente del partido liberal, resultó una gran sorpresa para ella, por el hecho de que el gobierno quisiera darle a la futura reina ese tipo de educación. Por supuesto, en cuanto llegó a Palacio se encontró con la oposición del sector ultracatólico que prefería para ese puesto a la marquesa de Santa Cruz.

Empezó a servir como Aya el 29 de junio de 1841. Un año más tarde se le concedió el cargo de Camarera Mayor de Palacio. El 7 de octubre de 1841 se produjo el intento de rapto de la Reina y la Infanta para devolverlas a la custodia de su madre. El heroísmo demostrado por la condesa, que puso en peligro su vida para defender a las niñas, se le concedió la Grandeza de España. Sin embargo, las circunstancias políticas tras el fin de la regencia de Espartero, la obligaron a presentar su renuncia y regresar a La Coruña. De sus dos años de vida en la corte se hizo eco su obra Apuntes para la historia del tiempo en que ocupó los destinos de aya de S.M. y A. y camarera mayor de Palacio, escritos en 1844 y cedidos al Congreso de los Diputados y que se publicaron en 1910 gracias a Cánovas del Castillo, que había encontrado el texto en un archivo.

Prácticamente hasta su muerte mantuvo una tertulia en su casa donde se debatían cuestiones políticas, convirtiéndose en un centro de conspiraciones contra el general Narváez. Muchos de sus contertulios, destacados progresistas, fueron ajusticiados tras el pronunciamiento de 1846. Ella siempre negó su implicación pues en el fondo se trataba de una acción contra la monarquía y el régimen liberal, que ella defendía.

Dedicada a la escritura y a su desbordante actividad benéfica y cultural junto a Concepción Arenal, la llamada Duquesa de la Caridad, conoció en 1852 al joven violinista de siete años Pablo Sarasate, del que se convirtió en protectora y mecenas durante toda su carrera.

En 1855 publicó el Reglamento de la Asociación de Señoras de Beneficiencia de La Coruña. Dejó inacabado otro volumen de memorias, En honor de Mina. (Memorias íntimas, 1805-1834).

Juana de la Vega es, por lo tanto, autora de un conjunto de obras que la sitúan entre las grandes figuras del ensayo memorialístico y autobiográfico del siglo XIX. Como era habitual entre las mujeres escritoras de esa época, legitima su presencia en la vida pública e intelectual como forma de honrar la memoria de su esposo y se disculpa por tomar la pluma solicitando el consejo de sus coetáneos varones.

Falleció en La Coruña el 22 de junio de 1872.

(Servicio de Información Bibliográfica)

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Cronología

1805

Nace en La Coruña el 7 de marzo de 1805

1824

Se exilia en Inglaterra y Francia

1841

Aya de Isabel II y de su hermana la infanta Luisa Fernanda

1855

Reglamento de la Asociación de Señoras de Beneficiencia de La Coruña Publica

1821

Contrae matrimonio con Francisco Espoz y Mina

1834

Regresa a España

1842

Camarera Mayor de Palacio

1851-1852

Publica Memoria

1872

Fallece en La Coruña el 22 de junio