Colaborador y redactor
En esta ciudad empieza a colaborar en El Mediodía, donde primero publica sus sonetos y más tarde ejerce de redactor. En 1880 aparece su primer libro de poesía, Renglones cortos, que llega a conocimiento de Núñez de Arce, quien le anima a mudarse a Madrid.
A la vez que empieza a colaborar con Gaceta de Madrid y trabaja para la Administración, publica nuevos libros, como Noventa estrofas (1883). Su progresión en estos tres campos le lleva en poco tiempo a convertirse en redactor jefe de El Globo, a conseguir un empleo en la Dirección General de Instrucción Pública (Sección de Archivos, Bibliotecas y Museos) y a situarse a la cabeza de la renovación poética española con obras como En tropel (1892), que cuenta con un Pórtico de Rubén Darío. Y precisamente esta posición privilegiada en las letras españolas queda reconocida oficialmente cuando se le elije como anfitrión de Darío en la visita que el gran poeta rinde a España en 1892.
En estos años publica en El Globo y El Imparcial cuadros de costumbres andaluzas que son editados en formato de libro y alcanzan una gran difusión, incluso siendo traducidos a varios idiomas. También escribe algunos de sus libros de poesía más reconocidos, como Himno a la carne (1890). En 1901 probará suerte en el teatro, con La musa, pero tendrá más suerte con la novela La cópula (1906), escrita en la línea de Felipe Trigo, que tuvo tanto éxito como controversia causó.
De 1909 a 1917 realiza cinco viajes a América y Filipinas, siendo agasajado en cada país que visita. Además de para hablar de literatura, sentía tener la misión de defender el español como vínculo entre naciones. En 1919, debido a problemas de salud, regresa a Málaga, donde se encarga de la Biblioteca Provincial. Considerado como un gran renovador de la lírica en español y maestro de la joven generación de poetas, en 1926 ingresa en la RAE.
Su obra se caracterizó por sus innovaciones métricas (como el soneto alejandrino), por su colorismo, por su utilización de temas mitológicos, su preocupación por el ritmo y su lenguaje musical. Influyó en las primeras poesías de Juan Ramón Jiménez o Villaespesa, y se le consideró como el gran poeta español de finales de siglo, introductor, junto a Darío, del Modernismo, que acabó con la grandilocuencia de la poesía romántica todavía coleante.
Sin embargo, también se le ha achacado un escaso conocimiento de la tradición poética española y nulo de la extranjera, una excesiva locuacidad e incluso vulgaridad. Después de su muerte en 1933 pronto cayó en el olvido y hoy su obra apenas es conocida.
(Servicio de Información Bibliográfica)