La buena acogida de su siguiente obra, Quasimodo (1876), propició que obtuviera una beca para estudiar en el Italia y Francia. A su regreso a España, compuso un gran número de piezas de diversos formatos, desde lieder a operetas. Fue entonces cuando también inició su carrera como musicólogo, que le llevó a publicar Celebridades musicales (1886). Dos años después fundó la que sería influyente revista La Ilustración Hispano-Americana. 

En los siguientes años fue cada vez más prolífico en ambas vertientes de su actividad. Por una parte, compuso obras como el lied Avui farà un any y la opereta Little Carmen; mientras que por otro lado ahondó en su producción ensayística, con títulos como Diccionario técnico de la música (1892-1895), lo que daría lugar a la creación del llamado nacionalismo musical español. Prestando atención al folklore patrio como nunca antes se había hecho en la música “seria”, sin olvidar la rica tradición que remontó hasta el Barroco, elaboró un corpus tanto teórico como práctico que influyó en los más destacados compositores de la época, como Albéniz, Granados o Falla, además de contribuir a la divulgación del nuevo estilo.

En 1895 se instaló en Madrid, donde recibió importantes reconocimientos. Fue nombrado miembro de la Real Academia de San Fernando, catedrático del Conservatorio y profesor en el Ateneo de la capital. Su labor docente le llevó a multiplicar su producción ensayística, con títulos como Teatro lírico español anterior al siglo XIX (1897-1898) o el Diccionario biográfico y bibliográfico (1897). Además, creó dos de sus composiciones más destacadas, la trilogía de Els Pirineus (1902) y la ópera La Celestina (1904), en las que se deja notar el influjo de Wagner, de quien fue uno de los primeros apóstoles en España.

En 1904 volvió a Barcelona, donde se encargó de la crítica musical del diario La Vanguardia y compuso Glossa o Sinfonia jubilar (1906) para la inauguración del Palau de la Música Catalana. Su conocimiento e interés por la música tradicional española también se manifestó en la elaboración de un catálogo completo de la obra de Tomás Luis de Victoria, iniciada en 1902. Estos son solo algunos de los hitos más importantes de una carrera que incluyó más de 2000 composiciones musicales y unos 80 ensayos y que marcó a toda una generación de músicos y aficionados españoles, a los que educó gracias a su combinación de erudición y divulgación, términos que se pueden aplicar tanto a su obra musical como a la escrita.

(Servicio de Información Bibliográfica)