Desde su infancia realizó frecuentes viajes a Escocia y mantuvo un contacto permanente con la cultura y costumbres británicas. Fue en uno de esos veranos escoceses cuando ganó su primer sueldo trabajando como profesora de español y fue allí también donde tuvo el primer contacto con las sufragistas Eunice Murray y Mrs. Despard.
En los escenarios
Isabel participaba activamente en la organización de las veladas teatrales de las clases acomodadas malagueñas. Enamorada del teatro, en diciembre de 1898 trabajó en el Teatro Cervantes de Málaga en una función benéfica en favor de los heridos de la Guerra de Cuba, participando también de la profunda reflexión sobre la realidad española de la Generación del 98, de la que ella forma parte.
En el verano de 1905 falleció su padre y la familia debió reorganizarse lo mejor que pudo. Isabel empezó a escribir una primera novela que nunca terminaría. Ese mismo año llegó a Málaga la compañía de teatro de Ceferino Palencia y su mujer, la actriz María Tubau. Isabel consiguió que el matrimonio la citara para hacerle una prueba y es ahí cuando conoció al hijo, Ceferino Palencia, con quien se casaría en 1909 y tendría dos hijos.
Isabel, transgrediendo las normas que se suponía que una joven de buena familia debía respetar, se marchó a Madrid acompañada por su madre, para incorporarse a la compañía teatral Tubau-Palencia. Debutó en los escenarios madrileños con la obra Pepita Tudor, bajo el nombre artístico de “Isabel Aranguren”. Además, participó hasta 1930 en El Mirlo Blanco, teatro de cámara instalado en casa de los Baroja dirigido por Cipriano Rivas Cherif. Sin embargo, una vez que las circunstancias obligaron a cerrar la compañía de teatro se dedicó plenamente a la escritura.
Periodista y traductora
Trabajó como corresponsal para la agencia de noticias inglesa Laffan News Bureau y para los periódicos londinenses The Standard y posteriormente del Daily Herald, en 1929. Tradujo obras literarias de George Eliot y de Jane Austen, entre otros, y trabajó como intérprete en organismos como el Instituto Nacional de Estadística. Junto a su hermana fundo una publicación que sería la primera revista específicamente para mujeres: La dama: vida ilustrada (1907-1911). A lo largo de su vida fue además colaboradora en las páginas de Blanco y Negro, Nuevo Mundo, y Heraldo de Madrid, entre otros.
Además, llevó a cabo un intenso trabajo como conferenciante que inició en el Ateneo de Madrid en 1906 sobre las ideas teatrales de Henry Irving. Más adelante se especializó en temas como el folclorismo, el trabajo infantil, el feminismo y la política, y recorrió países como Inglaterra, Estados Unidos, Italia y Francia.
Movimiento feminista
En 1915 se inició en el Ateneo madrileño un debate sobre el sufragio femenino en el que participó y estrechó lazos con el movimiento feminista. Desde 1918, al terminar la Primera Guerra Mundial, formó parte del colectivo de mujeres que exigía verdaderos cambios sociales: voto, trabajo y libertad. Formó parte de la junta directiva y posteriormente presidió la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, organización que defendía el voto femenino y en cuyo seno llegó a ser presidenta. En abril de 1926 fue vicepresidenta del Lyceum Club Femenino de Madrid junto a María de Maeztu, Zenobia Camprubí y Carmen Monné de Baroja, entre otras.
Desde diciembre de 1917 escribió para el diario El Sol una columna diaria con el título “Diario de una mujer” y más tarde “Crónica femenina”. En 1921 publicó El alma del niño con el pseudónimo de “Beatriz Galindo”.
Vida política
A partir de 1931 se intensificó su vida política. Candidata socialista a diputada en las cortes constituyentes, consejera gubernamental en la Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra y representante de España ante la Sociedad de Naciones.
En 1933 obtuvo por oposición una plaza de inspectora provincial de trabajo, convirtiéndose en la primera mujer que accedía a ese cargo. El 23 de octubre de 1936 fue nombrada Ministro Plenipotenciario con destino en la Legación de España en Estocolmo y realizó una gira por Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña en defensa del Frente Popular y buscando la solidaridad internacional. Con la derrota definitiva de la República, la familia Palencia-Oyarzábal se exilió en México. Desde allí siguió publicando I must have liberty, una obra en inglés que recopila sus memorias y de la que se hizo eco la prensa norteamericana; Diálogos del dolor, una recopilación de obras dramáticas; Smouldering Freedom: The Story of Spanish Republicans in Exile, segunda parte de sus memorias; y En mi hambre mando yo, entre otras.
Colaboró en las revistas España Peregrina y Romances. Perteneció a la Unión de Intelectuales Españoles en el exilio y al Patronato del Colegio Madrid. Impartió conferencias sobre derecho internacional, derecho de la mujer y arte popular español en diferentes países de América y Europa.
Falleció en México DF el 28 de mayo de 1974.
(Servicio de Información Bibliográfica)