El motivo de su estancia en la ciudad condal fue la involucración de su padre, en la organización de la Exposición Universal de Barcelona de 1888, en la que ella obtuvo la medalla de oro. En 1890 gana el concurso de piano, bajo la dirección del maestro Tintorer, del Conservatorio de Música de Isabel II. Años después, en 1893, gana el Primer Premio de piano de la Escuela Nacional de Música del Conservatorio madrileño. Continuó recibiendo galardones y distinciones a lo largo de su vida, como la Medalla de Oro de la Cruz Roja o la orden civil de Alfonso XII, en 1909. También fue socia de honor de la Asociación de Escritores y Artistas. 

Tras destacar como alumna fue también profesora, y continuó participando en actuaciones durante gran parte de su vida, como se desprende de los continuos anuncios en la prensa del momento. 

Durante un tiempo, convivió con la también escritora Eva Canel, su prima por parte paterna, quien le  dedica su De América: viajes, tradiciones y novelitas cortas. En 1900 casa con Carlos Bracho Jiménez, del que toma el apellido, y junto al que ejerce de madre «espiritual», esto es, adoptiva, de un niño y dos niñas; en años sucesivos, encontramos su nombre asociado a un total de cinco hijos. Uno de ellos tomaría los hábitos, y la autora intervendría en uno de los actos de toma de posesión del nuevo cargo eclesiástico, en un discurso que da cuenta de la importancia que para ella tuvo la música.  

Además de como artista, triunfó con la publicación del Diccionario de la música, técnico, histórico, bio-biográfico, en 1899, con el que se convierte en la primera lexicógrafa conocida en lengua española. El éxito de esta obra, está atestiguado por la prensa del momento, que habla de las múltiples ediciones extranjeras que de ella se hicieron. Con él se proponía no solo ofrecer un diccionario de este tipo de calidad en lengua española, sino también hacer «que luciesen en la vida pública los méritos de muchos maestros españoles obscurecidos por la idiosincrasia de nuestro carácter». Con todo, reconoce la dificultad de tal tarea, ante la poca información existente respecto a muchos autores. 

Tiempo después, cuando su carrera musical empezaba a perder luz, escribió dos obras narrativas: la colección de relatos Trinar de amores (1921) y la novela Peregrina de ilusión (1929). Muchos de los cuentos de la primera obra habían ido apareciendo paulatinamente en la prensa de la época, y se narraron en episodios de teatro radiofónico. Encontramos un ejemplo de ello en este programa radiofónico de 1934, que anuncia la emisión de Amor de aldea. 

Fuera de lo literario y musical, colaboró con la Cruz Roja, especialmente en las campañas relacionadas con la guerra del Rif y de Cuba y Filipinas. De sus últimos años de vida apenas se conocen datos, aunque encontramos su nombre y el de sus hijos en periódicos de la época en listas relacionadas con la caridad, lo que conduce a pensar en que, una vez enviudó y acabada su carrera como artista, la familia pasó por problemas económicos. Su muerte, en 1862, se anunció también en los diarios, pero no con los reconocimientos que esta artista y lexicógrafa merecía.  

(Servicio de Información Bibliográfica)