Tras ocho años como maestro, decide dimitir para irse a vivir al campo, siendo el encargado de administrar algunas tierras cedidas por familiares de su mujer. Cuando nace su primer hijo escribe “El Cristu benditu”, poema alabado por Unamuno, quien se toma como algo personal el dar a conocer esta nueva voz de la lírica. También traba amistad con Menéndez Pidal, quien atraído por su uso de la lengua extremeña le pide que recoja testimonios dialectales. Con “El ama”, poema dedicado a su madre, gana reconocimiento y en los siguientes años se hará con diversos premios en Juegos Florales de toda España. Sus versos son cantados por labriegos y campesinos y su obra publicada en revistas y periódicos a lo largo y ancho del país.
En 1901, el mismo año de su triunfo con “El ama”, también publica diversos cuentos en la Revista de Extremadura, y un año después aparecen Poesías y Extremeñas, escrito en dialecto y alabado por Joan Maragall. Muchos otros autores destacados de la época, como Pardo Bazán, quien puso en valor su singularidad, también encomiaron la obra de este autor popular que no se parecía ni a los clásicos castellanos ni a los modernistas en boga. Su inspiración estaba en el terruño, las voces del pueblo, los romances anónimos.
También estimable prosista, como demuestran sus cuentos y cartas, uno de los temas predominantes en su obra fue el fervor religioso, aunque su tradicionalismo no le impidió ser una persona tolerante, pese a los intentos de instrumentalización que sufrió su figura. Fallecido con tan solo 34 años, probablemente por una apendicitis, en 1909 fueron publicadas sus Obras completas, y desde entonces su figura ha sido continuamente reivindicada como uno de los máximos representantes de la poesía charra y extremeña.
(Servicio de Información Bibliográfica)