Estudios

Se formó en el colegio Sacré Coeur y fue una de las primeras españolas en cursar el bachillerato en Bilbao. Estudió Filosofía y Letras como alumna libre, aunque terminó la carrera en Madrid, donde se alojaba en casa de su tío. Allí se enamoró de su primo Julio.

Varias pérdidas marcaron su juventud. La primera, la del padre, en 1926, quedando ella como jefa de familia. En 1930 fallece su abuela y se trasladan a Madrid. Sin embargo, Ángela y Julio, casados en 1933, se mudan a Huelva al año siguiente, donde Figuera consiguió la cátedra como profesora.

El golpe más duro llegaría con la pérdida de su primer hijo al nacer. Un tiempo después, dio a luz al que sería su único descendiente mientras el bando nacional bombardeaba Madrid, en diciembre de 1936. Lo llamó Juan Ramón en homenaje al poeta que tanto admiraba.

Durante la Guerra Civil trabajó de profesora en Valencia y Murcia, donde se reunió con Julio en 1938, quien estuvo encarcelado por comunista hasta que terminó la guerra. A Figuera, por estar a favor de la República, le retiraron el título universitario y en 1939 le impiden retomar su cátedra en Madrid.

En su obra queda de manifiesto la dureza de aquellos años, durante los que se dedicó a la literatura y a la familia. Su fuerza y la escritura la ayudaron a sobrevivir. Aunque sus primeros escritos datan de los años 20, de entonces solo se conserva un cuaderno inédito.

Poesía social

Su forma natural de escribir manifiesta su necesidad de que el poema le golpeara en sus “preocupaciones esenciales de ser humano”, lo que la llevó de una poesía existencialista y desarraigada a la poesía social, reflejo de su compromiso político. Famoso es el “triunvirato vasco de la poesía de posguerra” con el que Emilio Miró denominó al grupo formado por Figuera, Celaya y Otero, tótems de la poesía social. Con ellos mantuvo una relación y correspondencia muy enriquecedoras. Durante aquel tiempo se reunía con intelectuales y acudía a tertulias como la de Concha Lagos.

Una de las fuentes de su escritura era su preocupación por la figura de la mujer en la sociedad. Esto se plasma en su primer poemario Mujer de barro (1948). Publicado con 46 años, “muy tardíamente”, según dijo, Figuera es consciente de que esa irrupción tardía en la poesía se debe a su condición de mujer y al segundo plano al que las mujeres se vieron relegadas entonces. Por eso, trata de revertirlo con su poesía y reivindica el papel realmente activo de la mujer: “Flor no: florezco”; “me entregan la simiente: doy el fruto”. El desarrollo de su voz poética implica un cambio en la identidad femenina, que intenta alejarse de la marginalización sufrida por las escritoras. La corporeidad alcanza una gran importancia en su texto, donde plasma experiencias como la maternidad, lo sensual y el deseo.

Un año después publica Soria pura, de influencia machadiana e intimista como su anterior libro. Utiliza un lenguaje llano, con una lírica desnuda de adorno, rima natural y una hondura enraizada en el paisaje español.

En 1952 tienen lugar dos hechos importantes. Aparece El grito inútil, con un poema antibelicista, y empieza a trabajar en la Biblioteca Nacional, empleo que compaginaría con el de traductora y, brevemente, con los bibliobuses de Madrid.

La Biblioteca la becó para realizar un estudio bibliotecario en París en 1957, estancia durante la que conoció a Pablo Neruda, quien le entregó la Carta a los poetas españoles.

Su obra Belleza cruel se publica en México en 1958. Por su rebeldía, apoyo a los exiliados y denuncia social, en España tendría una difusión clandestina, pero se leyó y distribuyó mediante copias hechas a mano. León Felipe, que prologa el libro, rectifica por haber dicho que se “llevó la canción” al exiliarse y se dirige a los poetas españoles que resisten durante la dictadura para decirles: “vuestros son el salmo y la canción”.

Figuera se muda a Avilés en 1961, donde Julio trabaja de ingeniero, perdiendo la vida social y literaria madrileña. Al año siguiente publica Toco la tierra. Letanías, aunque se iría alejando de la literatura. No vuelve a publicar hasta que regresan a Madrid y edita una Antología total, en 1973. Después, escribiría únicamente para público infantil.

En 1980 le diagnostican una enfermedad pulmonar y del corazón, de la que fallece en 1984, dejando un gran legado poético. Con sus versos consiguió deshacerse de “tanta belleza cruel, tanta belleza” y abrir caminos líricos a las futuras poetas, para no estar en la vida “como en una visita de cumplido”, como en el poema que dedica a Carmen Conde y con el que intenta alentar a sus “hermanas poetisas”.

(Servicio de Información Bibliográfica)