Recibió su primera formación en el Colegio de las Esclavas y tanto ella como su hermana Victoria pasaron luego a la Academia de Declamación Música y Buenas Letras, dirigida por el que se convertiría en un buen amigo, el periodista y abogado, Narciso Díaz de Escovar. Ana tenía un leve trastorno del habla y sus padres pensaron que participar en funciones teatrales la ayudaría a vencer su timidez.

La situación económica de la familia empeoró mucho durante los primeros años del siglo XX, en general fueron años difíciles para una ciudad que tuvo que enfrentarse a diversas epidemias y catástrofes naturales. Tanto es así, que Alfonso XIII viajó a la ciudad como muestra de solidaridad y Anita fue elegida para ofrecer al monarca una ofrenda floral, situación que pese a su timidez salvó con soltura.

En 1905 la familia se trasladó a Madrid con la esperanza de mejorar su situación económica.  Las niñas fueron admitidas gratuitamente en la academia de Doña Julia Castelao, con la promesa de que cuando la situación familiar mejorara saldarían cuentas. Por la academia pasaban pintores en busca de modelos para sus retratos y empresarios teatrales a la caza de nuevas caras para sus espectáculos. 

Así, Anita fue retratada por el pintor Anselmo Miguel Nieto y las hermanas fueron contratadas como teloneras en el Frontón Central Kurssal de Madrid con el nombre artístico de “Hermanas Camelias”.

En 1906, la boda de Alfonso XIII y Victoria de Battenberg, reunió en Madrid a una comitiva de casas reales, entre la que se encontraba el Maharajá Jagatjit Singh de Kapurthala, quien viajó acompañando al príncipe de Gales. Anita y su familia, como miles de madrileños, contemplaban asombrados la magnificencia y ornato del desfile de carruajes y casualmente las miradas del Maharajá y la muchacha se cruzaron. De nuevo la casualidad jugó su papel y la pareja volvió a encontrarse cuando el Maharajá visitó el Frontón-Kursaal y recordó a la muchacha que había observado con tanta insistencia durante el desfile. A partir de aquí, fue tal la presión que ejerció sobre Anita y su entorno con el fin de mantener relaciones con ella, que consiguió que la familia viajara a París, lugar en el que mantenía su residencia, con la promesa de hacerla su esposa.

En París, Anita es sometida a la formación que se le presuponía a una distinguida dama: idiomas (llegaría a dominar cinco), cultura y protocolo, música, vestimenta y buenas maneras, hípica, tenis, etc. En 1907 se convirtió en la quinta esposa del Maharajá Jagatjit tras una ceremonia civil en París y meses después una religiosa en India, adoptando el nombre de Prem Kaur, la Maharaní de Kapurthala.

Anita Delgado decidió empezar a hacer anotaciones sobre las costumbres, la mentalidad y las personas de los lugares que visitaba durante los viajes que realizaba con su marido. Esos diarios acabaron convirtiéndose en un libro. La idea era publicar el original en francés en Europa, sin embargo, el estallido de la Primera Guerra Mundial truncó el proyecto y el libro se editó finalmente por la compañía Sturgis & Walton de Nueva York en 1915 con el título de Impressions de mes voyages aux Indes. 

La autora, quien no tenía ambiciones literarias, describe en esas páginas, mitad diario, mitad cuaderno de viajes, la vida que llevó con el monarca indio, así como sus viajes por el vasto país, por lo que resulta un texto de gran valor histórico para esa época.

Enviaba crónicas desde India a diferentes medios de la prensa española. Destacó como defensora de la mejora de los derechos de las niñas en India, su rechazo al matrimonio infantil y a la antigua práctica hindú de inmolar a la viuda en la pira funeraria del marido. Durante la Primera Guerra Mundial la pareja viajó por Europa para dar apoyo a los aliados, donando importantes fondos para los hospitales del frente francés.

Sin embargo, las diferencias culturales y personales entre la pareja provocaron en 1925 la ruptura de un matrimonio que había durado dieciocho años y que tenía un hijo en común. En cualquier caso, entre ellos siempre prevaleció el respeto y la cordialidad.

Anita volvió a Europa, se instaló en París y se relacionó con lo más granado de la sociedad parisina pero también con la intelectualidad más bohemia y artística. 

En 1949 falleció el Maharajá, como la pareja no se había divorciado, Anita pasó a recibir tratamiento de Maharaní viuda de Kapurthala, condición que conservó hasta su muerte que se produjo en Madrid el siete de julio de 1962.

Dos calles llevan su nombre, una en Madrid, Princesa de Kapurtala, en el Ensanche de Vallecas, y otra en Málaga, Calle Anita Delgado. En 2021 se descubrió una placa con la presencia del Embajador de India en España en la casa madrileña donde vivió y murió. En 2022 La Comisión de Cultura y Patrimonio Histórico del Parlamento de Andalucía aprobó por unanimidad una proposición no de ley instando a la difusión de la figura de Anita Delgado. También en 2022, coincidiendo con los sesenta años de su fallecimiento, el Ayuntamiento de Málaga descubrió una placa como recordatorio en la facha de su casa natal.

(Servicio de Información Bibliográfica)