El Pensador

Tras varios viajes por España y Francia, donde se empapó del espíritu ilustrado, en 1762 inició la publicación de El Pensador, revista de crítica social precursora del costumbrismo. Como buen representante del enciclopedismo, sus gustos y conocimientos eran variados. Entre ellos se encontraba el estudio de asuntos militares, lo que le llevó a trabajar en el archivo de la Secretaría de estado a la publicación del Estudio general, histórico y cronológico del ejército… (1761).

En 1764 se produjo un affaire en apariencia menor pero que en realidad es el principal motivo de que el nombre de Clavijo Fajardo fuera conocido en toda Europa y siga siendo familiar incluso fuera del ambiente especializado. Se trató de un turbio asunto relacionado con Beaumarchais, autor de Las bodas de Fígaro. El dramaturgo le acusó de haber engañado a su hermana con falsas promesas de matrimonio y pidió las reparaciones debidas. Esto causó el apartamiento de la corte del canario y que Goethe plasmara una visión distorsionada de la historia en su drama Clavijo, de gran repercusión en su época. Más modernamente, Ricardo Baroja también se basó en el enredo para su obra Clavijo, tres visiones de una vida (1942).

Perdonado y readmitido en la corte, en 1770 retomó la edición de El Pensador y además asumió la dirección del teatro de los Reales Sitios, donde puso en escena preferentemente modernas obras francesas de estilo neoclásico, como su traducción de Andrómaca de Racine, que contrastaban con su detestado teatro barroco español, desagrado que le llevó a promocionar el veto a la representación de autos sacramentales. Como autor había firmado comedias de estilo moralista como El Tribunal de las damas (1755) y la zarzuela La feria de Valdemoro (1764).

Mercurio histórico y político

En 1773 también se encargó de la dirección de la revista Mercurio histórico y político, y cuatro años después comenzó a colaborar con el Gabinete de Historia Natural. Esto le facilitaría la elaboración de su gran obra impresa, la traducción de la Historia Natural de Buffon, monumental compilación del saber de su época en la que incorporó una nueva terminología científica al castellano y añadió un prólogo con su experiencia en el Gabinete. El libro solo pudo publicarse en 1785, tras casi una década de problemas con la censura, pero se trata de uno de los ejemplares más logrados de la edición española, salido de la imprenta de Ibarra y con dibujos de Agustín de Betancourt.

En 1786 ocupó el puesto de vicedirector del Gabinete, pero en la práctica ejerció como director, encargándose del enriquecimiento de la colección, en buena medida gracias a los envíos llegados desde América, como los que proporcionó Alexander Humboldt en agradecimiento por su labor como intermediario para facilitarle contactos y materiales.

En 1800 fue elegido miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. En 1806, con ochenta años, ingresó en las Academias de Berlín y Copenhague, lo que testimonia la significación de uno de los pioneros españoles en las ciencias modernas.

(Servicio de Información Bibliográfica)