Tan solo un año después llega a Madrid, donde escribirá para publicaciones tan prestigiosas como El Liberal, El Sol o El Imparcial, diario este último del que llegaría a ser director.
Poseedor de una vasta cultura y de una memoria prodigiosa, sus escritos abarcaban la sátira política, la cultura en su sentido más amplio, o la política internacional. Estos intereses tan variados se manifestaron en unos artículos caracterizados por su amenidad, profundidad y elegancia. Entre su producción más memorable destacan los “Despachos de otro mundo”, en los que daba voz a personajes ya muertos que opinaban sobre la actualidad.
Muestra de este impulso regeneracionista es el artículo más famoso del periodista, “Un incendio en el Museo del Prado”, publicado en 1891, en el que daba cuenta de cómo la pinacoteca había quedado arrasada por el fuego. La alarma causada por este texto, que muchos dieron por noticia real (aunque en las últimas líneas quedaba clara su naturaleza ficticia) causó que las autoridades tomaran buena nota de las advertencias señaladas sobre la escasa seguridad del Museo y se realizaran las reformas pertinentes.
Artículos taurinos
Pero si algo le hizo realmente popular fueron sus artículos taurinos, habitualmente firmados bajo el pseudónimo de Sobaquillo, en revistas como El Burladero o La Lidia. Todavía hoy en día se repiten algunos de los aciertos que incorporó a la tradición taurina, como el famoso “más cornás da el hambre”. También fue autor, en 1904, del Himno a la libertad torera. Algunos de sus mejores textos en este campo se recopilaron en La fiesta de los toros, editado en 1886.
Además del aprecio de sus colegas y del público, recibió a lo largo de su carrera diversas distinciones, entre las que destacan la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso XII o su ingreso en la Real Academia Española, ambas concedidas en 1916, aunque su muerte le impidió ocupar su sillón A. Cabe también destacar que fundó en 1895 la Asociación de la Prensa de Madrid, junto a otros ilustres colegas.
Además de respetado, llegó a ser un personaje de gran popularidad, debido a algunas costumbres particulares, como su afición por los paseos nocturnos, acompañado de su criado García, un particular Sancho Panza que también utilizaba en sus escritos para dar voz al hombre común. Una muestra de su singularidad es que vivía él mismo en un hotel y pagaba una habitación a García, antiguo guardia civil, quien se encargaba de custodiar la biblioteca personal del autor.
En la actualidad el nombre de Mariano de Cavia sigue siendo reconocido gracias al premio anual que lleva su nombre y que el diario ABC concede al mejor artículo del año.
(Servicio de Información Bibliográfica)