Primeros poemas

Más tarde iniciaría su periplo por al-Andalus, controlada en ese momento por los almorávides, menos tolerantes, pero donde había importantes centros judíos en algunas ciudades. Pasó por Lucena, Sevilla, Córdoba y Granada mientras se ganaba la vida escribiendo poemas a sus protectores. Una de sus composiciones más destacadas fue Hay ben-Meqis, relato de la creación. Sus poemas se apartaban de la tradicional solemnidad para introducir realismo y humor.

Viaje por Europa

A través de su relación con los eruditos, siguió ampliando sus conocimientos. Tras visitar el norte de África, en 1140 decidió instalarse en Italia debido a la presión de los almohades y a circunstancias personales. Una vez allí, propagó las innovaciones científicas de los musulmanes entre los judíos italianos, convirtiéndose en el primer autor en utilizar el hebreo en libros científicos. Durante su estancia en Roma también se dedicó a la enseñanza de la gramática, como hizo en Sefer mozmayim, una introducción básica al hebreo, y a elaborar comentarios sobre la Biblia.

En Lucca escribió el Libro del número, en el que introdujo el concepto del cero aprendido de los árabes. También allí redactó el Manual para el uso del astrolabio, instrumento fundamental para la navegación y que también servía como reloj. Otra de sus grandes aportaciones fue el establecimiento del calendario judío en su Libro de la intercalación.

En su continuo peregrinaje, pasó por Pisa, Mantua y Verona. Uno de sus grandes ámbitos de interés fue la astrología, en aquella época mezclada todavía con la astronomía. Así, en el Libro de los juicios de los signos del zodíaco combinaba conocimientos astronómicos con predicciones para prever el futuro y cambiarlo. Pero la parte de su obra más exitosa fue la dedicada a explicar temas científicos relacionados con la Biblia, como hizo en sus comentarios al Eclesiastés o al Libro de Job.

En 1148 se instaló en Francia, donde fue muy bien acogido. En Béziers escribió su obra astrológica más destacada, El principio de la sabiduría, un panorama general de lo que se conocía de esta disciplina en su época. Tendría una enorme difusión y versiones en francés y latín. En este último idioma escribió el Libro de los fundamentos de las tablas astronómicas, dirigido a los cristianos, mientras que en hebreo siguió con sus comentarios a textos bíblicos, como el dedicado al Éxodo.

En 1158 se encontraba en Londres, donde escribió el Libro del fundamento del temor a Dios, en el que destacaba la importancia de la ciencia para comprender la Biblia, ya que eran necesarios conocimientos de geometría, zoología o medicina. Los últimos años de su vida son en gran parte desconocidos y no se sabe dónde murió: según algunos autores regresó a España para fallecer en Calahorra, pero también se ha especulado con que esté enterrado en Narbona, Rodas o incluso en Israel.

Influencia de su obra

Sus libros eran breves, muy diversos y eruditos. Además de escribir sobre gramática, matemáticas, astrología, astronomía, física y filosofía, sus traducciones contribuyeron a dar a conocer la cultura musulmana en Europa. Su obra disfrutó de una insólita difusión para la época en la que fueron escritos, encontrándose en bibliotecas de gran parte de Europa, en varios idiomas y consultados tanto por judíos, para quienes se convirtió en un personaje muy popular, como entre cristianos. Entre los pensadores a los que influyó se encuentran nombres tan relevantes como los de Spinoza y Pico della Mirandola.

(Servicio de Información Bibliográfica)