El libro de viaje en el siglo XVIII

Como consecuencia de la revolución industrial, tecnológica y científica el objeto del viaje pasa a ser el conocimiento
El concepto de viaje se ve modificado en este siglo por los grandes cambios que en Europa trajo consigo la revolución industrial, científica y tecnológica. Ideas como la libertad, la fraternidad y la racionalidad impulsarán los viajes por el orbe; el objeto del viaje pasa a ser el conocimiento, el viaje es sinónimo de verdad y de certeza. Las ideas de grandes filósofos como Montesquieu, influirán en los viajeros, que visitarán distintos países e instituciones buscando en muchas ocasiones la reforma de lo propio mediante la comparación con el otro. A España llegan viajeros de distintas nacionalidades; Alexander de Laborde, Jean François Bourgoing, Fleuriot, Richard Twiss, Henry Swinburne o Joseph Townsend, son algunos de ellos. Unos juzgarán nuestro país con generosidad, reconociendo las importantes transformaciones que se habían producido en España durante el reinado de Carlos III; otros serán más críticos, no ocultando su desdén por algunas prácticas como la superstición o el fanatismo o aprovechando los datos para examinar sus propias estructuras sociales e instituciones. Los españoles viajarán por nuestro país y también recorrerán Europa impulsados por la necesidad de conocer. Hombres como Antonio Ponz, José de Viera y Clavijo o Leandro Fernández de Moratín dejarán recogidas en los cuadernos de viaje sus observaciones y experiencias, unas veces en contestación a lo publicado sobre España por viajeros europeos, otras destacando diferentes aspectos de la cultura y costumbres de los países visitados