El libro de viaje en los siglos XVI-XVII

El siglo XVI es el de los grandes descubrimientos geográficos. El mundo empieza a ser conocido a través de los geógrafos y cartógrafos. Las guerras impiden viajar por Europa por lo que en esta época se multiplican los viajes sobre todo hacia América. Los relatos de estos viajes contados por los propios aventureros o a través de los cronistas y religiosos ayudaron a comprender mejor el nuevo mundo. Aunque muchas de estas crónicas narran los acontecimientos de la conquista, en muchos casos recogen también una descripción profunda de la flora y fauna así como también de la etnografía y geografía del lugar.

Andando lugares y conociendo gentes se hace uno prudente (Miguel de Cervantes)

 

 

 

 

 

En el siglo XVII, las razones de los viajes se diversifican mucho más. El desarrollo de la diplomacia está unido a la formación y al establecimiento del Estado moderno. Los cambios en la política exterior de los últimos Austrias produce la llegada a España de viajeros diplomáticos o políticos, al mismo tiempo que se incrementan los viajes reales tanto por Europa como por España, relatados por los propios diplomáticos en las “Relaciones”. Muchos de estos informes diplomáticos estaban también llenos de datos sobre la vida cotidiana y costumbres sociales. Pero ya a mediados del siglo XVII empezaron a sentirse atraídos por nuestro país otro tipo de viajeros, sin ninguna relación ya con la política o diplomacia, y con el simple afán de conocer el país, como fue el caso por ejemplo de Mme d’Aulnoy. Pero será en el siglo de la Ilustración cuando se normalice este tipo de viaje.

En general durante estos dos siglos se viajará fundamentalmente por algún motivo bien para descubrir, explorar y colonizar, bien por motivos religiosos (es el caso de las peregrinaciones a Tierra Santa).