El libro de viaje en el siglo XIX

"El viaje se transforma en una experiencia personal. Lo subjetivo, lo estético y lo sentimental cobran peso frente a las descripciones medidas del siglo XIX".
“Viajar conservando siempre una visión rigurosa y a la vez exaltada del mundo”. Esta frase de Alexander von Humboldt explica la filosofía del viaje durante este siglo. Se impone una nueva concepción de la naturaleza en la que los sentimientos ganan espacio; lo subjetivo, lo estético y lo sentimental cobran peso frente a las descripciones medidas del siglo XVIII. El viaje se transforma en una experiencia personal, intima…., el viajero del XIX reinventa los lugares, los reconstruye a través de sus impresiones. La libertad, el retorno a la naturaleza en contraste con la vida en las ciudades propia de la época. El viajero de este siglo intentará encontrar estas experiencias en lugares apartados y esto, unido a los nuevos ideales estéticos hacen que España pase a formar parte de los itinerarios favoritos del viajero romántico. “Es el país de lo inesperado, donde la excepción es regla”. Aunque conocedores de nuestra cultura, y sobre todo de nuestra literatura, que aparecerá reflejada en alguno de sus libros, los viajeros ingleses y franceses, en su mayoría, nos visitan, con una idea bastante estereotipada. George Borrow (The Bible in Spain, 1843), Richard Ford (Handbook for travellers in Spain, 1845), Prosper Merimée (Lettres D’Espagne, 1831-1833), Téophile Gautier (Voyage en Espagne, 1845), o Alexandre Dumas (Impressions de voyage, 1847-1848), son algunos de los viajeros más destacados. España atraviesa una etapa de convulsión y decadencia y hay una necesidad de ver fuera de nuestras fronteras. Los relatos de viaje de importantes escritores, políticos y periodistas como Sinesio Delgado, Pedro Antonio de Alarcón, Emilio Castelar, Ramón Mesonero Romanos, Angel Ganivet o Emilia Pardo Bazán, nos ofrecen no solo las impresiones de los lugares visitados sino la visión que cada uno de ellos tuvo de España.