De la antiguedad a la ilustración

"Speculum", "Thesaurus" o "Suma" son los antecedentes de las enciclopedias modernas
Aunque hasta el siglo XVI no se utiliza la palabra “enciclopedia”, ya desde la antigüedad se elaboraban obras consideradas “enciclopédicas” y antecedentes de las enciclopedias modernas, aunque tituladas "speculum", "thesaurus" o "suma". Como tales antecedentes, suelen citarse las obras de Aristóteles en su conjunto, las cartas de Caton (El Censor) a su hijo, alguna obra Marco Terencio Varron y la Historia Natural de Plinio.
Las Etimologías de San Isidoro de Sevilla constituyen una obra auténticamente enciclopédica, síntesis de la cultura de la época
En la Edad Media, las Etimologías (600-630) de San Isidoro de Sevilla constituyen una obra auténticamente enciclopédica, síntesis de la cultura de la época. En el siglo X, Al-Khwarizmi redacta Mafatih al-Ulum (o “la llave para las ciencias”), síntesis de las ideas griegas e islámicas sobre todo tipo de materias. A principios del siglo XII, en la obra (enciclopédica) Suda se ofrece la novedad de la ordenación alfabética. Por la misma época, el Arbre de sciencia (1296) de Raimundo Lulio también se cita a veces como antecedente de las enciclopedias.

La obra citada de San Isidoro mantiene su vigencia hasta el siglo XIII, momento en que surge el texto que se conoce como Speculum de Vincent de Beauvais, donde reúne sus obras Speculum naturale, Speculum doctrinale y Speculum historiale. La obra de Beauvais es, posiblemente, la primera “enciclopedia” con el sentido que hoy damos al término y constituye una síntesis de la cultura medieval. Tuvo mucho éxito y siguió imprimiéndose con frecuencia por lo menos hasta el siglo XVII. Con la obra de Beauvais convivieron, ya en el siglo XVI, diversas obras “enciclopédicas” de valor desigual. Entre las españolas, se puede recordar la de Luis Vives (De causis corruptarum artium).
El planteamiento de las enciclopedias cambia en el s. XVIII debido al progreso de las ciencias y al interés por la investigación
En los siglos XVI y XVII se suceden diversas obras, entre las que suelen destacarse las de Scalich, Francis Bacon, Johann Heinrich Alsted y Pierre Bayle, entre otras. No obstante, es en el siglo XVIII cuando el planteamiento de las enciclopedias cambia notablemente. El espíritu de la época, el progreso de las ciencias, el interés por la investigación directa, etc., va a plasmarse en las nuevas enciclopedias, que se alejan de la mera especulación. Además, comienza el trabajo en equipo y la elaboración de una enciclopedia corre a cargo de un grupo de personas.

Entre 1700 y 1728 se publican en Italia, Inglaterra y Alemania diversas enciclopedias razonablemente cercanas al concepto actual. En 1728 aparece la Cyclopedia de Ephraim Chambers, considerada la primera gran enciclopedia inglesa y obra de gran éxito en su tiempo hasta el punto de que fue traducida a varios idiomas. La habían precedido la italiana Biblioteca Universalis del Sacro-profano (1701-1706), de Vincenzo Coronelli y el Lexicon Technicum... (1704), de John Harris. Cuando se planteó la posibilidad de traducir al francés la Cyclopedia de Chambers, surgió la idea de hacer modificaciones y ampliaciones. La dirección de esta labor se encomendó a Denis Diderot, que aceptó con entusiasmo y decidió hacer, a partir de la de Chambers, una obra nueva.