Gramáticas

Primera página de la

Gramática castellana

Hasta finales del siglo XV, casi rozando ya la siguiente centuria, las grandes gramáticas redactadas en Europa, al igual que las obras lexicográficas, estaban destinadas a la lengua latina. Es por ello que la aparición de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija, publicada en Salamanca en 1492 gracias al mecenazgo de Juan de Zúñiga, supone toda una revolución en la disciplina. Sin embargo, tal es la importancia del latín en el Humanismo, que las nuevas gramáticas en lengua vulgar seguirán coexistiendo un largo tiempo con sus homólogas latinas: baste comprobar que la célebre obra de Francisco Sánchez de las Brozas Minerva sive de causis linguae latinae es de 1587, casi un siglo después de la aparición de la Gramática castellana, y que la gran obra de Nebrija en su tiempo fueron, sin duda, sus Institutiones latinae.


La importancia de la gramática dentro de las artes es indiscutible a lo largo de toda la época medieval: no en vano era la base del trivium. Y ya desde el siglo XIII aparecen algunos intentos iniciales, parciales y rudimentarios, de llevar a cabo gramáticas en lenguas romances, como pueden ser Dontaz proensals (ca. 1240) o los Rasos de trovar de Raymond Vidal (ca. 1250). La Gramática de Nebrija, sin embargo, supera ampliamente cualquier intento anterior convirtiéndose en el modelo de las obras que la seguirán. Dividida en cinco libros (ortografía, prosodia, etimología, sintaxis y un pequeño manual gramatical para aprender la lengua española), es la primera gramática en una lengua vulgar impresa en Europa.


El siguiente siglo estará jalonado de nuevas gramáticas del español, algunas del interés de la Suma y erudición de grammatica en lengua castellana del Bachiller Támara, aparecida en Amberes en 1550. O las publicadas en Lovaina por Bartolomé Gravio, la Util y breve instruccion para aprender los principios de la lengua castellana, de 1555, y la Gramática de la lengua vulgar de España, aparecida cuatro años más tarde. De mediados de la centuria es también la Gramática castellana de Cristóbal de Villalón. En el siguiente siglo aparecerá el Arte de la lengua española castellana, de Gonzalo Correas, cuyo manuscrito de 1621 se conserva en la BNE. Y ya en el XVIII el gran impresor Joaquín Ibarra publicará en Madrid la Gramática de la lengua castellana como culminación a las obras previas.