El español de ultramar

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Manual de adultos

En la tercera década del siglo XVI Juan Cromberger, de la célebre familia de impresores afincados en Sevilla, llegó a un acuerdo con el obispo de México fray Juan de Zumárraga para abrir la primera imprenta del Virreinato y, por ende, de América. Fruto de ello fue la aparición en 1540 de manos del tipógrafo Juan Pablos del Manual de adultos, reconocido como el primer impreso americano. En la década de 1570, por su parte, Antonio Ricardo establecería un primer taller en la llamada Ciudad de los Reyes, la actual Lima, iniciándose también la imprenta en el cono sur y una rica producción impresa, en parte de contenido religioso, de la que son muestra obras como las abundantes novenas aparecidas en los siguientes siglos.


De entre la amplia producción que seguirá a la implantación de la imprenta en la América de habla española merece la pena destacar dos obras de interés especial. En primer lugar, el Vocabulario de la lengua castellana y mexicana de Alonso de Molina, que Juan Pablos imprimiría en México en 1555. Molina, un importante lingüista franciscano gran conocedor del náhuatl, elaboró, en la tradición lexicográfica de Nebrija, el primer vocabulario de una lengua indígena impreso en América al que seguiría años más tarde una segunda parte con el vocabulario mexicano-castellano. La obra, que ha sido definida como “un hito en la lingüística misionera y en la lexicografía bilingüe hispanoamerindia” supera ampliamente los intentos previos de elaborar una obra similar, como el Arte de la lengua mexicana de Fray Andrés de Olmos, aparecido de forma manuscrita casi una década antes.


Junto a ella, en 1558 se publica en Lima por Antonio Ricardo el Arte, y vocabulario en la lengua general del Peru llamada Quichua, y en la lengua Española con dos partes, una con las voces quechuas y sus correspondientes castellanas y otra con la forma inversa. En los preliminares se observa una mención a una orden del Concilio Provincial de Lima de 1583 para hacer una cartilla, catecismo, confesionario y preparación para la muerte en quechua y aimara “para la doctrina y conversión de los naturales”, con lo que queda patente la finalidad evangelizadora de la obra. Al final presenta un “Arte de la lengua quechua” que trata la ortografía, las partes de la oración y la gramática. La obra, que conoció varias ediciones en el momento, volvió a imprimirse con posterioridad y es un modelo dentro de su género.