Seis años separan el primer poemario publicado por Miguel Hernández, Perito en lunas (1933), del último, El hombre acecha (1939). De aquél se tiraron trescientos ejemplares; de éste, cincuenta mil. Entre ambos, El rayo que no cesa (1936) lo consagró muy por delante de los escritores de su generación, a la altura de los mejores de la precedente, y al estallar la guerra civil Viento del pueblo (1937) corroboraría su formidable capacidad de convocatoria.