Ana Moreno Garrido
Universidad Nacional de Educación a Distancia
EVOCACIÓN TURÍSTICA DE 1929
El verano «turístico» de 1929 realmente empezó en primavera. Aquel marzo, el gobierno español se planteó, por primera vez, promocionar una temporada veraniega que prometía ser muy especial gracias a los miles de turistas que llegarían al país atraídos por las exposiciones inauguradas esa primavera en Sevilla y Barcelona. Las exposiciones eran la excusa perfecta pero había que ir más allá. El verano era la estación preferida de los turistas, el momento más importante del año, por eso en el éxito de esa temporada se pusieron todos los empeños. La tarea era inmensa porque se sabía que se estaba ante el mayor reto turístico hasta la fecha que, además, pondría a prueba la eficacia de la nueva administración turística, el Patronato Nacional del Turismo, en marcha desde abril de 1928, y responsable del magnífico esfuerzo promocional de ese año.
Muy poco después, y de la mano de Santonja, Penagos, Hidalgo, Sobrino, Vaquero y Ribas, el verano español ya era una campaña turística: las siete imágenes más «atractivas y evocadoras» del norte de España, una larga franja cantábrica estirada hasta el mismo corazón de los Pirineos, con sus playas, montañas, valles, monumentos medievales, rías y deportes náuticos. La combinación de mágenes logró el objetivo. El conjunto de carteles déco, modernos y luminosos, seducían a los potenciales turistas con un eslogan llamativo y guiños al placer del descanso: una pareja que, desde un rápido descapotable, bordeaba las rías gallegas, jóvenes deportistas que competían en balandros en la bahía de la Concha; o el coche que, diminuto bajo la mole de piedra, subía por la montaña de Covadonga, primer parque nacional de España.