Unamuno novelista y ensayista

En sus novelas Miguel de Unamuno pone en tela de juicio los caracteres tradicionales del género, plasmados en la obra de Benito Pérez Galdós.
La intriga bien construida y «la fábula» tienen que ser desterradas; la ausencia de argumento ha de nutrir la escritura. Esta negativa de «contar una historia» se relaciona con otra, la de crear nivolas, «fuera de lugar y tiempo determinados, en esqueleto». A partir de 1900, sustituye la narración objetiva por el relato «interior» redactando varios ensayos capitales, como ¡Adentro! que, por su forma exclamativa, incita al lector a explorar los rincones más secretos e íntimos de su alma.
Finalmente, la noción de género literario queda completamente ajena al escritor quien no tiene ningún escrúpulo en salvar las barreras establecidas por la preceptiva tradicional. La creación novelesca resulta destruida por el propósito ideológico y político, el de un hombre que lleva en sí mismo «la guerra civil» a favor de la cultura y la civilización.
En las cartas conservadas en la BNE, Miguel de

Unamuno informa a sus amigos más íntimos de

la génesis de sus novelas, mandándoles a veces

copias para que den su opinión; el ejemplo más

significativo es el de Paz en la Guerra, «una novela

histórica como una historia novelada», publicada a

finales de 1896, después de unos diez años de in-

vestigaciones. Al fin y al cabo, la trayectoria narrativa

de Unamuno casi podría cifrarse en este doble

parámetro: ensayos novelescos y novelas ensayísticas.