Miguel de Unamuno, ya sensible al movimiento obrero desde 1890, manda finalmente una carta de suscripción a La Lucha de Clases en 1894 y colabora en la revista antes de ingresar en la Agrupación Socialista de Bilbao. A partir de la crisis de 1897, su compromiso político evoluciona y proyecta redactar El reinado social de Jesús «un cuadro del socialismo cristiano, una condena de la guerra, del militarismo, de la patriotería […] sobre base evangélica, sin agresividad».
Después del atentado anarquista del Corpus en Barcelona, Unamuno y otros intelectuales protestan contra las torturas infligidas a los prisioneros; luego piden la revisión del proceso de Montjuic y el indulto de los prisioneros condenados a muerte o a la cárcel. Unamuno manda una carta a Antonio Cánovas del Castillo intercediendo a favor de Pedro Corominas, colaborador en la revista anarquista Ciencia Social. Éste es finalmente indultado y sale desterrado para Hendaya.
El siglo XX le ofrece también otras oportunidades de intervenir en la vida
política de España: las «campañas agrarias» contra los latifundistas,
la crítica de la guerra de Marruecos y, sobre todo, su feroz oposición
a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera. Condenado en
febrero de 1924 al confinamiento en Canarias. En tiempos de la
República, sigue ocupando el espacio público hasta su sonada
intervención del 12 de octubre de 1936.