El Unamuno íntimo

Pocas son las cartas en que habla de su mujer o de sus hijos, y suele hacerlo brevemente. Reserva sus confidencias a sus amigos más íntimos pero también a algunos corresponsales que viven lejos de Salamanca, pensando sin duda que así se difundirán menos algunas indiscreciones suyas. Muchos estudiosos han incidido en su «egotismo» y él mismo reconoce que, si habla mucho de sí mismo, es porque es la persona a quien más conoce.

Pero más allá de esta actitud introspectiva, no exenta de indulgencia, las cartas expresan a menudo las dudas e inquietudes de un personaje que se cree incomprendido y que lucha por borrar la fama de «bicho raro» que tiene desde la juventud para dejar un nombre en el mundo literario y sacar adelante a su numerosa familia. Por lo demás, otras misivas esbozan un aspecto mal conocido del catedrático de Salamanca, rector de la Universidad entre 1900 y 1914, y corrigen la imagen harto difundida de un «contemplativo: es un excursionista empedernido, aficionado a las largas caminatas con amigos por tierras de Salamanca y de España: como buen dibujante observa los paisajes y se interesa por las costumbres de sus conciudadanos antes de escribir relatos de viajes.

En resumen, las cartas manuscritas conservadas

en la BNE nos ofrecen un compendio

reducido pero bastante fiel del Unamuno íntimo

que afirmó por los años 20: «mi biografía

son mis cartas».