Museos de las Peñuelas, Melilla

Melilla, uno de los llamados presidios menores, ha protagonizado durante las más de cinco centurias de soberanía española numerosos acontecimientos bélicos. Siempre ha estado amenazada por el turco, instalado en la vecina Regencia de Argel, y sobre todo por el Sultanato de Marruecos, que contemplaba a Melilla con el deseo que desataba su prosperidad.
En 1765, estaba en pleno debate el asunto de la conservación o el abandono de los tres presidios menores africanos por lo costoso de su mantenimiento y por la continua amenaza que pendía sobre ellos. Fue también en 1765 cuando dos destacados ingenieros militares, Pedro de Lucuce y Pedro Martín Zermeño, melillense este último, entregaron al marqués de la Mina el Discurso sobre conservar o abandonar los tres presidios menores de Melilla, Peñón y Alhucemas, un manuscrito que se encuentra hoy en los fondos de la Biblioteca Nacional. En su informe, los dos brigadieres abogaban por la conservación de las plazas, especialmente la ciudad de Melilla. Además alertaban ante la posibilidad de que Marruecos o Inglaterra, se instalaran en las plazas abandonadas, amenazando los intereses españoles en la región.
Sin duda el dictamen emitido por Lucuce y Zermeño resultó fundamental para que se abandonase la posibilidad de su demolición, lo que dio lugar a una política de construcciones militares que renovaron la arquitectura urbana. De estas iniciativas surgieron los Almacenes de las Peñuelas, construidos en 1781.
Precisamente es este recinto el que alberga en la actualidad a los Museos de Melilla y donde, entre otras piezas, se conservan los planos efectuados por el ingeniero militar Juan Caballero y Arigorri en 1773. Estos planos recogen la realidad de Melilla en el momento en que se debatía su futuro, al que tan positivamente contribuyeron Pedro Lucuce y Pedro Zermeño con su Discurso.