VICENTE Medina (Archena, 1866 - Rosarío de Santa Fe, 1937) publica la primera edición de Aires murcianos en Cartagena en 1898, en un volumen de 125 páginas, que cuenta con un prólogo de J. Martínez Ruiz, Azorín. Medina recogía en ese libro tan solo ocho aires murcianos, aunque ya tenía escritos algunos otros.
Los aires murcianos reflejan el fantasma de la guerra o aspectos de la vida de los enamorados jóvenes huertanos, no siempre felices. Entre ellos sobresalen dos piezas que han pasado a la historia, «La barraca» y, sobre todo, «Cansera», que cierra la colección. Si la primera refleja el natural orgullo del sencillo huertano no solo por su vivienda rural sino por lo que ella significa de autonomía personal e independencia, la segunda, «Cansera», evoca el desaliento que sufre el huertano ante las adversidades que le angustian en ese momento histórico: la guerra, la sequía, el hambre, la muerte, en una línea de pensamiento que conecta con la desesperación de toda una generación de españoles.
Unos años después, el pintor Inocencio Medina (Archena, 1876-1918), primo de Vicente Medina, y que había ilustrado sus Aires murcianos en subsiguientes ediciones, obtiene la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes con el cuadro titulado «Un día más», que representa el regreso de un grupo de labradores tras una dura jornada de trabajo. La escena, que podría ser considerada costumbrista o regionalista, contiene una notable reflexión social y laboral, reflejando la sumisión al trabajo en la rutina diaria. Las mujeres, esencia de la vida rural, van a pie mientras que el hombre cabalga sobre el asno con aire melancólico. Ellas representan actitudes diversas, aunque propias de su condición: maternidad, laboriosidad y elegancia juvenil. Conjunto, en definitiva, acorde con el espíritu establecido en los Aires murcianos.